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Peñalosa no reacciona ante la realidad de la inseguridad en Bogotá
Las promesas de campaña del alcalde Peñalosa de mejorar la seguridad en Bogotá se quedaron en el aire. Aunque la información de la propia administración demuestra el deterioro de la seguridad ciudadana, y los bogotanos cada vez sienten más el flagelo de los hurtos, la secretaría de seguridad no ha reaccionado de manera oportuna frente a esta situación.
La secretaría de seguridad ha fallado en disminuir la percepción de inseguridad…
Una de las principales metas que asumió la secretaría de seguridad tras su creación fue “poner en marcha una estrategia para mejorar la seguridad en la que se vinculen los frentes locales de seguridad, las juntas administradoras locales y los consejos locales de seguridad”.
Para 2018, esta estrategia debería tener un 55% de cumplimiento. Según segplan (la herramienta de seguimiento al plan de desarrollo, de la secretaría de planeación), con corte a 31 de diciembre del año pasado, alcanzó el 51,8% de avance. Para dicha estrategia, la secretaría ha programado la inversión de $1.932 millones entre 2016 y 2018. De estos recursos, ha ejecutado efectivamente $1.926 millones (el 99,7%). Sin embargo, estos esfuerzos no han sido eficaces a la hora de mejorar la percepción ciudadana sobre la inseguridad.
La percepción de los ciudadanos sobre la seguridad de su entorno ha seguido empeorando. Según la más reciente encuesta de percepción ciudadana, publicada por Bogotá cómo vamos el 13 de noviembre de 2018, durante el año pasado la percepción de inseguridad alcanzó el punto más alto de todos los tres años de esta administración. Así se muestra en la siguiente gráfica:
Fuente: Bogotá cómo vamos, encuesta de percepción ciudadana 2018, p. 35. Esta alcaldía recibió la ciudad con una percepción de inseguridad del 45% y durante el año pasado alcanzó el 57%. De la misma manera, el porcentaje de bogotanos que se siente seguro se redujo por primera vez desde 2016: pasó de 19% a 15%.
La percepción de inseguridad, como muestra la siguiente gráfica, no tiene mayores diferencias según el nivel socioeconómico de los encuestados. Pero sí hay una distinción de género importante: las mujeres se sienten más inseguras que los hombres en la ciudad. Las mujeres que dicen sentirse inseguras pasaron de 56% en 2017 a 61% en 2018. En los hombres no hay mucha variación: 52% se sentía inseguro en 2017 y 53% expresó lo mismo en 2018.
Fuente: Bogotá cómo vamos, encuesta de percepción ciudadana 2018, p. 36.De esa manera, la secretaría de seguridad no ha sido efectiva a la hora de lograr que los bogotanos se sientan más seguros. Como veremos, este no sólo es un problema de percepción. La realidad es que los hurtos, los delitos que más afectan a los bogotanos, se han salido de control.
…porque los hurtos en Bogotá se dispararon y están salidos de madre
¿Qué tiene para mostrar, entonces, la secretaría de seguridad en materia de prevención del delito? Dos elementos: primero, según el reporte de segplan, sus esfuerzos se han concentrado en una estrategia de cultura ciudadana – un aspecto que se quedó sin aliento en Bogotá. Para esa estrategia, entre 2016 y 2018 la secretaría ejecutó $8.705 millones (el 87,1% de sus recursos disponibles, que ascendieron a $9.990 millones).
Segundo, una estrategia de control del delito que se enfoca en el fortalecimiento de la investigación judicial y criminal. Para esta estrategia se asignaron $15.667 millones este año, de los que la secretaría ejecutó $15.348 millones (el 97,9% del total).
¿Qué resultados han producido estas estrategias? Como adelanté, el sentimiento generalizado de inseguridad de los bogotanos no sólo es un tema de percepción. Como lo venimos demostrando desde diciembre del año pasado, están disparados unos delitos que afectan la vida cotidiana de las personas y que se traducen en pérdidas importantes para los bogotanos: el robo a personas, de bicicletas y de celulares. Como he demostrado previamente, la magnitud de estos delitos cada vez es más grave según los boletines publicados por la propia secretaría.
Veamos los datos más recientes del “boletín mensual de indicadores de seguridad y convivencia”, publicado por la secretaría para el mes de diciembre del año pasado. Al comparar los delitos registrados durante el 2017 con el 2018, a través de los mapas que pueden ver a continuación, encontramos lo siguiente:
Hurto a personas: pasamos de 76.904 casos en 2017 a 103.792 casos en 2018
Hurto de bicicletas: pasamos de 4.627 casos en 2017 a 7.675 casos en 2018. Esto significa que en Bogotá se están robando casi 22 bicicletas diarias, cuando en marzo de 2016 apenas se robaban 3 cada día
Hurto de celulares: pasamos de 44.724 casos en 2017 a 65.066 casos en 2018
La infraestructura para la seguridad se quedó rezagada: ejecutan la plata pero no construyen
La secretaría de seguridad tiene a su cargo un fondo que incluye recursos para la construcción de infraestructura tanto para temas de seguridad como de justicia. Los recursos que ha invertido a través de este fondo muestran que hasta ahora – en el último año de gobierno – se van a iniciar unas obras que la administración prometió desde su llegada.
La secretaría ha planeado orientar los recursos del fondo, que en 2018 ascendieron a $413.200 millones, a través de dos grandes proyectos de inversión. El primero es un proyecto de inversión para el “fortalecimiento de los organismos de seguridad del Distrito”. Este proyecto, que representa el 59,7% de todo el presupuesto de la secretaría, está enfocado en la construcción de equipamientos para la policía, así como en la capacitación de nuevos efectivos para la ciudad.
La ejecución de este proyecto de inversión, que tuvo recursos por $337.167 millones, es del 61,75% (es decir, unos giros efectivos de $208.211 millones. Sus metas para 2018 fueron:
1. Construir y/o reponer 6 CAI. Han entregado tres reposiciones en los CAI de Britalia, Perdomo y Usme. A finales del año pasado, la secretaría firmó un contrato por $1.120 millones para construir otros tres en Guacamayas, Santa Marta y Granjas. Esta meta contaba con $1.336 millones disponibles. Eso quiere decir que, descontando el contrato firmado a fin de año, la secretaría ejecutó apenas $216 millones, el 16,1% de los recursos disponibles.
2. Capacitar 2.000 policías en temáticas de convivencia y seguridad. La meta en segplan aparecía suspendida hasta septiembre del año pasado. En el informe con corte a diciembre, la secretaría reportó haber formado a 1.153 policías. Esto sin haber invertido recursos, pues en 2016 se ejecutó la totalidad del presupuesto de la meta para el cuatrienio ($4.420 millones).
3. Construir, adecuar, reforzar y/o ampliar 3 equipamientos de seguridad, defensa y justicia. Esta meta incluye el proyecto para construir el nuevo edificio para la policía metropolitana. En 2018 se presupuestó ejecutar $89.321 millones para esta obra. A septiembre, en el reporte de segplan sólo aparecían ejecutados $2 millones (el 0,002%). Para ese momento, los estudios de la obra – a cargo de la Universidad Nacional – aún no habían sido terminados.
Dichos estudios fueron entregados en el último trimestre del año. El 14 de noviembre la secretaría de seguridad obtuvo la licencia de construcción para el proyecto y en diciembre adjudicó la construcción y la interventoría de la obra:
- La construcción se adjudicó por medio del contrato No. 1132 de 2018, del 12 de diciembre, con el consorcio de Seguridad urbana distrito capital, por un valor de $125.680 millones.
- La interventoría se adjudicó un día antes, el 11 de diciembre, a través del contrato No. 1129 de 2018, firmado con el consorcio Connecta, por valor de $6.422 millones.
No hay más reportes de avance por parte de la secretaría, que en el último año de gobierno empezará la obra de un proyecto al que la administración se comprometió desde el 2016.
El segundo proyecto de inversión que concentra los recursos de la secretaría de seguridad es el que tiene como propósito construir “nuevos y mejores equipamientos de justicia para Bogotá”. Este proyecto de inversión tuvo recursos totales de $72.484 millones y una ejecución en giros de $66.924 millones, el 92,33%.
¿En qué se invirtieron estos recursos? Las siguientes son las principales metas:
1. Diseñar e implementar un centro integral de justicia. Su construcción estaba programada en su totalidad para este año, con una asignación presupuestal de $42.257 millones. Aunque la secretaría reportó haber ejecutado $41.791 millones, el 98,9% de los recursos asignados para esta obra, aquí también hay rezagos. La construcción no ha empezado, y apenas el 24 de diciembre del año pasado, la secretaría firmó un convenio con Findeter, por $61.621 millones, para estructurar el proyecto de un centro especializado para la atención de menores en Campo Verde (en la localidad de Bosa). Los retrasos, según segplan, se explican por lo siguiente:
“El cumplimiento de esta meta Plan de Desarrollo, ha estado sujeto a limitantes de orden urbanístico respecto al uso del suelo, lo cual impidió durante las vigencias 2016 y 2017 la consecución de predios aptos para el desarrollo de los proyectos. Sin embargo, la [secretaría de seguridad] ha adelantado las acciones pertinentes a la gestión predial para la construcción y puesta en marcha de los Centros Integrales de Justicia en la ciudad de Bogotá, con el fin de establecer las zonas de intervención.” (Secretaría de planeación, SEGPLAN con corte a 31 de diciembre de 2018, p. 322)
La secretaría tiene otro proyecto para hacer un centro de justicia en Toberín, en donde emplearían un predio de la Fiscalía en donde antes iba a funcionar una URI (unidad de reacción inmediata). La Fiscalía está actualizando los estudios y diseños del proyecto, con lo que el cronograma radicado ante secretaría de planeación (que no sabemos cuál es) deberá ser actualizado.
2. Diseñar e implementar 2 centros de atención especializada para sanción privativa de la libertad. A estos centros son dirigidos los jóvenes recluidos como parte del sistema de responsabilidad penal adolescente. Las dos instalaciones planeadas por la secretaría deberían haber empezado a funcionar el año pasado, pero el avance según segplan llegó apenas al 32,5%. La ejecución de recursos, sin embargo, ha sido del 99,96% ($21.929 millones ejecutados de $21.937 millones disponibles).
El único reporte de avance que entregó la secretaría tiene que ver con el plan para construir un muro periférico para el centro El Redentor – que ya existe, y que es tristemente famoso por los abusos a los menores allí recluidos – pero no indica nada sobre los proyectos nuevos.
Frente al sistema de responsabilidad penal adolescente, la secretaría de seguridad también se trazó la meta de ampliar en un 15% la atención a los jóvenes que ingresan a dicho sistema con una medida restrictiva de la libertad. Para 2018, esta meta tuvo un cumplimiento del 84,67% y una ejecución del 99,18% de los recursos ($3.781 millones ejecutados de $3.813 millones disponibles).
Según segplan, en términos concretos se están atendiendo 50 jóvenes, recluidos en un centro de atención especializada en Bosconia. El reporte indica lo siguiente:
“Dados los eventos de seguridad que se han presentado en otros Centros de Atención Especializada de la ciudad, el ICBF se vio en la necesidad de remitir algunos jóvenes sancionados que venían con amenaza en su integridad física, lo que ha dificultado de cierta manera el desarrollo y la dinámica al interior del centro, como quiera que estos jóvenes con mayor dificultad de adhesión al programa de atención en el centro, por cuanto no cumplen el perfil de la población que permanece al interior del mismo.” (Secretaría de planeación, SEGPLAN con corte a 31 de diciembre de 2018, p. 325)
3. Ampliar y mejorar 1 equipamiento carcelario. Esta meta tuvo un presupuesto de $5.500 millones para 2018. Según el reporte de segplan de septiembre del año pasado, no se había ejecutado un solo peso. Para el reporte de diciembre, la meta en su conjunto había desaparecido.
4. Poner a funcionar cinco nuevas casas de justicia. Ya se entregó una en Engativá el 18 de diciembre del 2017 y otra entró en funcionamiento en Barrios Unidos el 18 marzo del año pasado.
Además, la secretaría habilitó otra casa en la calle 45, que está pendiente de una verificación técnica del ministerio de justicia. En total, en Bogotá están funcionando 13 de estas casas en 12 localidades. Pero, según segplan, sólo 9 de estas 13 casas tienen aval del ministerio de justicia. Son las de Barrios Unidos, Bosa, Ciudad Bolívar, Fontibón, Kennedy, Mártires, San Cristóbal, Suba Pontevedra y Usme.
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Peñalosa señala los intereses de sus contradictores y oculta los propios
El estatuto de la oposición (la ley 1909 de 2018) me concede el derecho y el deber de intervenir, como concejal independiente, para debatir sobre el informe de cumplimiento que el alcalde mayor presentó en el concejo, el pasado 28 de enero. Eso significa que yo no me declaré en oposición a la administración Peñalosa, pero que tampoco hago parte de la coalición de gobierno que se estableció en el concejo hace tres años y que le acompaña hasta hoy. Mi presencia no fue, pues, un capricho de opinar sobre la intervención que hizo el señor alcalde, sino que correspondió a una obligación legal en virtud de su rendición de cuentas.
Para cada uno de los argumentos que desarrollé durante mi intervención podrán ver, a continuación, un video que está acompañado de un texto que desarrolla sus ideas.
Mientras el señor alcalde mayor hacía su presentación, la seguí con extrema atención y respeto. Luego, la revisamos con mi equipo para precisar su exactitud, lo que me dejó con una enorme desazón. Luego de tres años de estar gobernando, el señor alcalde mayor, como lo demostraré en esta evaluación de su intervención, para mi sorpresa, no se basó en la realidad.
Lo que presentó el alcalde fueron fundamentalmente ficciones. No hechos, como voy a demostrar a continuación. Al mismo tiempo, tuve un déjà vu. La sensación de que lo que el alcalde estaba diciendo yo ya la había visto o leído. En la noche, en mi casa, me senté a ojear varios libros y encontré que el déjà vu tenía sentido. En el tomo de los cuentos de las obras completas de García Márquez había un cuento del cual parecía casi que calcada la intervención del señor alcalde. Presentaré algunos párrafos del cuento llamado Muerte constante más allá del amor, que versa sobre un lugar del Caribe colombiano y sobre un senador llamado Onésimo Sánchez.
—Estamos aquí para derrotar a la naturaleza —empezó, contra todas sus convicciones—. Ya no seremos más los expósitos de la patria, los huérfanos de Dios en el reino de la sed y la intemperie, los exilados en nuestra propia tierra. Seremos otros, señoras señores, seremos grandes y felices.
Onésimo Sánchez, el senador, usa la palabra felicidad. La misma que empleó el alcalde a lo largo de su intervención.
Eran las fórmulas de su circo. Mientras hablaba, sus ayudantes echaban al aire puñados de pajaritos de papel, y los falsos animales cobraban vida, revoloteaban sobre la tribuna de tablas y se iban por el mar.
Las mariposas de Peñalosa que se iban por el recinto, por las redes y por Canal Capital.
Al mismo tiempo, otros sacaban de los furgones unos árboles de teatro con hojas de fieltro y los sembraban a espaldas de la multitud en el suelo de salitre.
No olvidemos que el discurso de Onésimo Sánchez ocurre en el Caribe.
Por último, armaron una fachada de cartón con casas fingidas de ladrillos rojos y ventanas de y taparon con ella los ranchos miserables de la vida real.
Ayer también el alcalde con sus renders, con sus “construiremos”, “haremos”, y “tendremos”, tapaba la realidad de Bogotá.
El senador prolongó el discurso, con dos citas en latín, para darle tiempo a la farsa. Prometió las máquinas de llover, los criaderos portátiles de animales de mesa, los aceites de la felicidad que harían crecer legumbres en el caliche y colgajos de trinitarias en las ventanas. Cuando vio que su mundo de ficción estaba terminado, lo señaló con el dedo.
Recordemos que el alcalde prometió felicidad. No lo estoy parodiando. Y lo que en la costa conocen como trinitarias los bogotanos conocemos como buganvilias. Ayer Peñalosa habló de los miles de buganvilias que sembrará en Bogotá.
Sólo el propio senador observó que a fuerza de ser armado y desarmado, y traído de un lugar para el otro, —también el pueblo de cartón superpuesto estaba carcomido por la intemperie, y era casi tan pobre y polvoriento y triste como el Rosal del Virrey.
El alcalde ya no vive en la realidad de la ciudad. No ve que transmilenio está desvencijado, que la gente no lo quiere, que los bogotanos han huido de transmilenio para subirse a motos, a bicicletas o a patines con tal de no usarlo.
Fue una sensación terrible la que sentí anoche al terminar el cuento de García Márquez. Puedo sustentar hoy, como verán, que el alcalde peligrosamente vive en un mundo irreal. Lo que presentó no existe en Bogotá ni existirá al término de su gestión y, desafortunadamente, en su visión nos hemos gastado cientos de miles de millones de pesos.
La intervención ayer del alcalde fue una intervención sobre intereses y sobre ficciones. El señor alcalde señaló en su rendición de cuentas los intereses de sus contradictores. Sin embargo, esperaba que el alcalde también presentara sus intereses, pues considero que los intereses son legítimos siempre y cuando estén sobre la mesa. Yo defiendo aquí unos intereses ciudadanos y por esa razón mi campaña pasada la hice con costo cero. No le reclamé un solo peso por cuenta de reposición de votos, ya que pude decirle al estado que mi campaña no costó.
Miremos, en cambio, la campaña a la alcaldía de Peñalosa. Según los reportes del consejo nacional electoral, el alcalde recibió donaciones por $2.678 millones. El 45% de esos recursos, es decir, $1.204 millones, provinieron del sector inmobiliario, tal y como pueden ver en la siguiente gráfica.
Algunas de las empresas donantes fueron las siguientes:
- Urbanizadora Santafé de Bogotá, $30 millones
- Corpacero, $50 millones
- Amarilo, $41 millones en dos donaciones
- Fundación para el beneficio social (del grupo Argos): $60 millones
- Ospinas, $120 millones
- Dónde adquirir vivienda, una editorial propiedad de la promotora Convivienda, Amarilo, Soluciones Inmobiliarias, Cusezar, Constructora Bolívar y Marval, $200 millones
Es legítimo que el alcalde haya recibido esos recursos para su campaña. Pero también es legítimo mirar por qué razón, de manera tan privilegiada, se están desarrollando en Bogotá unas operaciones inmobiliarias gigantescas, propuestas por el alcalde. Lo más grave es que el alcalde no solamente no presentó sus intereses, sino que intentó ocultarlos. Veamos el video a continuación:
Comprenderán que esta declaración es un ocultamiento de los intereses. Es una mentira. Cualquier persona que conozca mínimamente el negocio inmobiliario sabe que hacer que las tierras del norte de Bogotá tengan potencial de ser urbanizadas equivale a transformarlas en oro en polvo. No vale lo mismo un metro construido en el suroccidente de Bogotá que un metro construido en el norte de Bogotá.
Una visión trasnochada de la naturaleza
Lo que el alcalde nos presentó es una relación ya caduca entre ciudad y naturaleza. Antes de entender la magnitud del calentamiento global, se pensaba universalmente que los problemas de la naturaleza se resolvían por fuera de las ciudades. Hoy, en cambio, sabemos que uno de los grandes aportantes al calentamiento global son las ciudades. Por ello ya no se puede pensar la relación de las ciudades con lo verde de la manera tradicional que yo mismo, en su momento, defendí. No me avergüenzo y lo confieso. Yo me he alfabetizado ecológicamente en los últimos años. Por ejemplo, aprendí que, en países como Alemania, el paisajismo pensado para las ciudades ya no es utilizando cemento porque se necesita que la mayor cantidad de tierras absorba el agua de las lluvias. Es decir, que el pavimento no se caliente más.
Pero revisemos en qué van las obras que presentó el alcalde, que tendrían un impacto sobre la ecología de Bogotá:
- Sendero de las Mariposas: hasta el pasado 25 de diciembre estaba vigente el contrato para elaborar el estudio de impacto ambiental. No se conocen sus resultados. Tampoco se sabe si ya solicitaron licencia ante la ANLA. El alcalde lleva ya tres años y aún no han logrado este trámite.
- Corredor ambiental humedal Juan Amarillo: el Acueducto firmó dos contratos el 29 de diciembre de 2018 por un valor total de $38.087 millones. Tienen diez meses de plazo para su ejecución a partir del acta de inicio (que aún no aparece en el sistema de contratación del Acueducto). Visitamos el humedal el 10 de enero y comprobamos que no hay obras.
- Corredor ambiental humedal Jaboque: una situación similar. El Acueducto firmó dos contratos el 29 de diciembre de 2018 por un valor total de $25.676 millones. Tienen diez meses de plazo para su ejecución a partir del acta de inicio (que tampoco aparece todavía en el sistema de contratación del Acueducto). También lo visitamos el 10 de enero. No hay obras.
Estas dos últimas obras, las de los humedales, se harían en el marco del cambio que hizo esta administración a la política distrital de humedales. El alcalde y el secretario de ambiente, hace dos años, modificaron el decreto que impedía la construcción de zonas duras, de cemento, en los humedales (a través del decreto 565 de 2017).
¿Eso qué significa? Que no estamos frente a una simple acción de gobierno, sino que la ciudad va en contravía de los países abanderados en paisajismo urbano hoy en el mundo; es decir, este cambio representa un camino errado, pues el mundo está buscando otras maneras de conservar las áreas naturales de las ciudades para enfrentar la emergencia ambiental global. En el debate sobre humedales que realicé el 13 de agosto de 2018, demostré con evidencias qué está ocurriendo en el mundo frente a ese tema.
El alcalde no mencionó un hecho: la concejal María Fernanda Rojas presentó una acción de nulidad al decreto mencionado, que actualmente se encuentra suspendido provisionalmente por orden del juzgado cuarto administrativo oral de Bogotá. El expediente tiene número 11001-33-34-004-2018-00363-00 y el fallo fue proferido el 18 de octubre de 2018. De tal manera, el alcalde presentó una ficción cuando hablaba de unas obras en los humedales.
Desprecio por la van der Hammen
En la intervención de alcalde, se notó también un amplio desprecio por la reserva Thomas van der Hammen. Ese desprecio se debe a los intereses de Peñalosa, pues proteger la reserva significa frenar la expansión de la ciudad al norte, idea que comparten quienes financiaron en más de un 40% la campaña del alcalde. Recuerdo un debate de la van der Hammen, donde el secretario distrital de medio ambiente llegó acompañado de una persona que se presentó como ecologista, pero al mismo tiempo era un contratista de la secretaria; así pues, le dije que no estaba en condiciones de hablar de forma imparcial en un debate sobre la reserva. A continuación, pueden ver este debate:
Esta situación se asemeja con la del alcalde quien, como vimos, recibió dinero de los constructores y proteger la reserva no le permite cumplir a quienes financiaron su campaña. Del mismo modo, ese cambio en el uso del suelo y la expansión de la ciudad hacia el norte favorece a quienes son dueños de esos predios.
Junto con mi equipo realice una investigación rigurosa sobre la reserva, en la que examinamos todas las publicaciones realizadas por el profesor Van der Hammen, un científico de talla mundial, con el fin de sustentar la necesidad de protegerla; y como pasó recurrentemente durante su intervención, el alcalde no se refirió ni un minuto a las evidencias científicas a favor de la reserva.
La experiencia del profesor Van der Hammen es fundamental para trazar un camino que conduzca a la recuperación de zonas naturales urbanas. Como mostré en mi debate de humedales, este científico holandés participó directamente en la creación de la reserva de Molenven, cerca de Ámsterdam. Esta reserva se ha convertido un ejemplo internacional en la recuperación ambiental de áreas muy deterioradas.
Si al alcalde le interesara el medio ambiente, hubiese puesto a trabajar a sus asesores para que indagaran sobre lo que dijo el profesor Van der Hammen sobre la reserva, y para mostrar cómo en un medio conurbado se puede construir una reserva como lo hizo van der Hammen cuando vivía en Holanda. Contrario a ello, el alcalde muy hábilmente – para legitimar su apoyo a los constructores – dice que no hay una reserva sino un potrero. Desconoce, así, que en el mundo de hoy las reservas son unas potencias, que se deben volver a reconstruir. En cambio, continuó presentando a la reserva van der Hammen como una colcha de retazos:
Luego, el alcalde lanzó la siguiente afirmación:
Casualmente, el alcalde no mencionó que el Dane, en el nuevo censo, cambió las proyecciones de expansión de Bogotá. No lo hizo, pues así puede sostener que si no cerca de casas a la reserva, la gente no va a tener donde vivir. El propio director del Dane reconoció, en noviembre del año pasado, que las proyecciones del censo de 2005 se habían inflado en 4,5 millones de habitantes para todo el país. Para el caso de Bogotá, se esperaba contar alrededor de 8.200.000 de habitantes, pero el resultado hasta ahora entregado por el Dane indica que somos 7.150.000 bogotanos.
No tiene ningún sustento que se construya en Bogotá la cuarta ciudad más grande del país, una situación que agravaría enormemente los problemas ambientales de la ciudad. Pero de eso ninguna mención, porque el alcalde tiene un ojo afilado para ver los intereses de otros, pero al mismo tiempo oculta sus propios intereses.
Transmilenio y el minimetro
Pasemos ahora a otro tema que fue mencionado por el alcalde en su rendición de cuentas: el de transmilenio y el que yo he dado en llamar, con cifras, un minimetro. Examinemos con pruebas y evidencias este otro interés del alcalde.
Como esta es una información de suprema importancia y quiero que sea parte de la discusión pública de la ciudad, citaré las palabras del alcalde para evidenciarles unas inexactitudes enormes:
La afirmación del alcalde no se ajusta a la realidad de la operación del metro. Los estudios del consorcio metrobog, conformado por la empresa francesa Systra y la colombiana Ingetec, señala que la demanda inicial que atendería el metro sería de 26.500 pasajeros hora/sentido; para 2030, se requeriría suplir una demanda máxima de 32.900 pasajeros hora/sentido. Así quedó establecido el modelo operacional que la empresa metro envió al departamento nacional de planeación, un requisito fundamental para declaración estratégica del metro. Pueden ver la imagen a continuación:
Por esta razón, la demanda inicial se atendería con 15 trenes despachados cada cuatro minutos y luego, en 2030, cada hora saldrían 20 trenes despachados en intervalos de tres minutos. Esta es la realidad, lo demás que afirmó el alcalde no es una información veraz; no es la información que un alcalde que tiene una responsabilidad con sus electores debería transmitir. Al estilo de Onésimo Sánchez, sus palabras deberían ser evaluadas toda vez que allí hay una mentira.
Los intereses del alcalde en transmilenio
El gran interés del alcalde es asegurar que el metro tenga por debajo una troncal de transmilenio. También se ha dedicado a promover un sistema de buses que hasta ahora tiene un solo proveedor en todas sus modalidades: Volvo. Así pues, el alcalde debería examinar cómo la ciudadanía va a ver que su interés por transmilenio está relacionado con su modo de vida una vez deje de ser alcalde.
En el mundo hay reglas claras respecto de los conflictos de intereses. Por ejemplo, en los Estados Unidos las reglas de cabildeo establecen unos conflictos de intereses clarísimos. No se puede, como funcionario público, decir unas cosas y luego hacer otras. Veamos otra afirmación del alcalde:
El presidente global de Volvo estaría en todo su derecho de hacer esta declaración, pues podría indicar que sus buses pueden competir con un metro. Pero es impresentable que la haga el alcalde de una ciudad, con el desafío que han planteado otras ciudades líderes del mundo de pasar a otro tipo de tecnologías de transporte.
El alcalde actúa más como un defensor de una modalidad de transporte que como un árbitro imparcial que piense en lo más conveniente para la ciudad que gobierna, o que analice cuál es el mejor sistema de transporte para Bogotá. Además, dice mentiras: los usuarios de transmilenio entran y salen por las mismas puertas, lo que no ocurre en los metros. Un buen sistema de metro no colapsa como lo hace, por ejemplo, la estación de universidades.
Pero claro, es que Peñalosa no es la única persona de la administración que trabajó para Volvo o para sus fundaciones. Entonces tenemos en Bogotá, por desgracia, un sesgo pro-buses y un sesgo pro-Volvo tremendamente fuerte. Eso es legítimo en la vida privada, pero es un problema muy grande en la vida pública.
Son muchas las diferencias entre un metro de verdad y el sistema transmilenio. En Bogotá hay una clara: los metros se mueven con energía eléctrica; los buses de la ciudad se mueven con energías fósiles. Veamos la siguiente imagen. Desde el año 2014, la Unión Europea hizo más estrictas sus normas ambientales para reducir la contaminación del aire. Es decir, antes de tomar la decisión sobre la licitación de nuevos buses, la administración y el concejo sabían que Europa había tomado el camino de alejarse del Euro V.
Yo hice aquí un debate en el que, desde septiembre de 2017, advertí de eso. Esta tecnología sigue expeliendo contaminantes y el diésel es cancerígeno. ¿Mencionó aquí el alcalde este tema? No, todo lo contrario. Yo mostré aquí en otro debate un video en el que él decía “es que vamos a tener un diésel tan bueno como la energía eléctrica”. Una mentira. La Organización Mundial de la Salud declaró desde 2012 al diésel como un agente cancerígeno tipo 1, con efectos directos sobre el cáncer de pulmón. El alcalde claramente en esto engañó a sus electores diciendo que el resultado de la licitación ha sido un gran avance.
Y vuelvo a recordar un aspecto que alerté en su debido momento. Lo que hizo posible que la administración le permitiera a una empresa como Volvo vender aquí 682 buses (392 biarticulados y 290 articualdos) que no le hubieran comprado ya en ningún lugar del mundo – porque Bogotá es el gran consumidor de biarticulados – fue un cambio de una palabrita en los pliegos que ustedes pueden ver a continuación.
Y esa sola palabra le permitió a Volvo venderle a Bogotá, como dijo la procuraduría en una carta a transmilenio, los buses que ya no se vendían en Europa. Allí hay otro interés que el alcalde no evidencia y que debe hacer explícito.
¿Por qué esta información no hace parte del debate público sobre la ciudad? Muchos medios de comunicación, como lo demostró la FLIP, encajaban dentro de su información publicidad de la administración. Eso es otra evidencia muy importante que debió haber dado lugar a un debate ético muy serio dentro del periodismo bogotano y colombiano. ¿Qué nos está pasando? ¿Cómo es posible que tomemos la información que entrega una administración y la vendamos luego como si fuera una información para los ciudadanos? Afortunadamente hoy existen las redes, que permiten hacer un bypass a los grandes medios de comunicación.
Peñalosa entregó 1 colegio nuevo en lote nuevo y hay otros 2 listos para entregar, pero la meta de los 30 no se va a cumplir
Paso a un tema que me apasiona: la educación. Miremos lo que el alcalde mayor dijo ayer.
Las mayorías del concejo aprobaron, en el plan de desarrollo, la construcción de 30 colegios nuevos en lote nuevo. El alcalde no puede hacer pasar reposiciones de colegios ya existentes como colegios nuevos. La realidad es que esta administración sólo ha entregado 1 colegio nuevo en lote nuevo contratado y construido desde 2016: el Soledad Acosta de Samper en la localidad de Bosa.
Además, entregó los colegios la Felicidad (Fontibón) y Jorge Mario Bergoglio (Suba), cuyos contratos venían de la administración anterior. Es magnífico que los terminen, pero no puede decir el alcalde que son colegios nuevos en lote nuevo, pues no fueron contratados por él.
Otros 3 colegios que tiene la secretaría de educación en estos momentos que no han sido inaugurados, pero ya fueron terminados y dotados:
- El Ensueño, que venía de un contrato iniciado por la administración anterior al que se declaró caducidad y se reformuló durante esta administración. Eso es un mérito.
- Jorge Isaacs y Madelena, que sí fueron construidos por esta administración.
Sumemos: con estos colegios se completarían 3 contratados y construidos por esta administración en lote nuevo. Es muy grave que un alcalde mayor de una ciudad capital mienta de esa manera. Las evidencias hablan por sí solas.
El alcalde ignoró los problemas de inseguridad
Sorprendentemente ayer en la presentación del alcalde, el tema de la inseguridad en Bogotá desapareció. No existió, no se presentó ni una cifra de inseguridad. Todos los datos que presentaré son del boletín de indicadores de seguridad y convivencia, publicado por la secretaría de seguridad, con corte al 31 de diciembre de 2018. Cada mapa presenta, además, el incremento de hurtos en las localidades de la ciudad entre 2017 y 2018.
El hurto a personas creció 35%. Pasamos de 76.904 casos en 2017 a 103.792 casos en 2018.
El hurto de bicicletas creció 65,9%. Pasamos de 4.627 casos en 2017 a 7.675 casos en 2018. Se están robando, en promedio, 21 bicicletas diarias.
El hurto de celulares creció 45,5%. Pasamos de 44.724 casos en 2017 a 65.066 casos en 2018.
Esa es la realidad hábilmente no mencionada por el alcalde. Nada de eso apareció. Sentí que algunos de mis colegas sintieron vergüenza ajena. Tal vez por eso, luego de la intervención del alcalde se rompió el quórum y se levantó la sesión, sin que muchos concejales pudieran intervenir.
Luego, aduciendo que no había quórum durante mi presentación, una parte del gabinete distrital pretendía silenciar estas evidencias que contradicen la visión ficticia que presentó el alcalde. Pero el derecho de ley de intervenir en esta sesión nos lo ganamos quienes no hemos comprometido nuestra independencia por pedir puestos o contratos en una administración. A pesar del intento de la administración de atropellar este derecho durante mi intervención, seguí adelante para presentar mis evidencias sobre el inmenso daño que le hacen a la ciudad los intereses del alcalde. Es una postura que he mantenido durante toda mi carrera como concejal. Cuando llegué al concejo, por ejemplo, hice un debate sobre la corrupción durante el gobierno de Samuel Moreno. Aunque apenas quedaban tres concejales en el recinto, seguí adelante con mi debate. Comprendo que con mi debate no voy a cambiar las actitudes de quienes han apoyado al gobierno, ni que el alcalde reconozca sus conflictos de interés. Pero eso no me va a impedir presentarle la información a la ciudadanía.
No cumplirán la meta de jardines infantiles nuevos
Terminé mi intervención con un tema de mi corazón. Quienes tuvimos la posibilidad en la vida de que se nos abriesen oportunidades tenemos que tener muy claro lo que sigue ocurriendo en Bogotá, cuando cientos de miles de niños no pueden ir a un jardín infantil. La administración asumió unas metas que no van a poder cumplir.
El señor alcalde presentó la siguiente imagen: dice que “este año vamos a entregar 12 jardines nuevos más.”
Eso no es cierto. Tuve una dura polémica con la administración del ex alcalde Petro, que presentaba unas casas que había adaptado como jardines nuevos. Con ese mismo criterio mido a esta administración, que se comprometió a hacer 13 jardines nuevos en lote nuevo.
De esos 13 jardines nuevos, la meta del plan de desarrollo, sólo uno (Travesuras de colores, en la localidad Rafael Uribe Uribe), ha sido entregado. Esta obra fue contratada en la administración anterior.
De los 12 restantes, hay 5 en obra: el primero es el Principito, en la localidad de Fontibón, que también viene de la administración anterior. Lo visitamos el 17 de enero de 2019, y confirmamos que la entrega total de la obra está programada para el 30 de enero de 2019.
Los otros 4 jardines en obra son de esta administración:
- El jardín El Nogal en la localidad Barrios Unidos, con un avance de 49% con corte al 30 de noviembre. La entrega de esta obra está prevista para el 17 de marzo de 2019.
- Jardín Bolonia (Usme). La obra inició el 14 de enero de 2019.
- Jardín San José de Maryland (Bosa). La obra inició el 8 de enero de 2019.
- Jardín El Recreo (Bosa). Inició obra el 14 de enero de 2019.
De los 7 jardines restantes, hay una licitación adjudicada (jardín Fortaleza, en Usme), 3 con licencias de construcción ya expedidas y otros 3 radicados en curaduría, a la espera de ser aprobados.
Evalué al alcalde a partir de la información que él nos presentó en el concejo. Queda demostrado que el alcalde nos trajo ficciones e inexactitudes. Su informe no estuvo a la altura del deber que tiene un servidor público de informarle con la verdad a los ciudadanos. El alcalde faltó en varias ocasiones a la verdad. Y lo más grave de todo: mientras ponía un dedo acusador sobre otros intereses que hay en la ciudad no mostró sus propios intereses.
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Peñalosa y la salud pública: mucho sector privado, poca ejecución pública
Esta administración, a pesar de la publicidad que ha desplegado, está muy retrasada en los compromisos que hizo de mejorar la infraestructura hospitalaria pública de la ciudad.
Como les demostraré en este debate, la elección de un mecanismo contractual inmaduro y la muy pobre gestión de los recursos a disposición de la secretaría de salud han resultado en una pobrísima ejecución de los recursos. Los prometidos cambios fueron apenas una promesa de campaña.
La infraestructura hospitalaria quedó al albur de recursos inciertos
En el plan de desarrollo, la administración se trazó las siguientes metas:
- Construir dos hospitales y reponer otros cuatro. Las obras serían para los hospitales de Usme, Bosa, la Felicidad, Simón Bolívar, Materno Infantil y Santa Clara.
- Dejar contratados tres de estos hospitales a través de alianzas público-privadas.
- Construir cuatro centrales de urgencias.
- Abrir 40 centros de atención prioritaria en salud.
Desde la formulación del plan, la construcción de buena parte de esta infraestructura quedó atada al mecanismo de las alianzas público-privadas (o APP). El numeral 4.1.10 de dicho documento, que pueden ver a continuación, definió a las APP como una de las tres líneas de acción principal de la administración para garantizar los avances en instalaciones de salud.
Como les mostraré a continuación, advertí a tiempo sobre los riesgos de utilizar el mecanismo de las APP para la contratación de obras públicas.
Mis advertencias sobre las alianzas de pura paja
El 4 de mayo de 2016, cuando inició la discusión del plan de desarrollo en el concejo, le llamé la atención a la secretaria de hacienda sobre las fuentes de recursos definidas para construir las obras que propuso la administración. Veamos el siguiente video, que resume la advertencia que hice aquél día en la comisión del plan:
Como recordarán, este énfasis que hice en las APPs resultó de mi preocupación sobre la decisión de la administración de financiar la inversión social con recursos inciertos. En particular, en el plan plurianual de inversiones que se aprobó en 2016, se incluyeron 2,5 billones de pesos para el proyecto de inversión de “modernización de la infraestructura física y tecnológica de la salud en el distrito” durante todo el cuatrienio que no tenían una fuente asegurada.
Así lo pueden ver en la siguiente imagen, y lo pueden corroborar consultando la página 901 del segundo tomo del plan de desarrollo: el círculo rojo, en la décima fila de la tabla, indica dichos recursos. En contraste, la mayoría de los recursos han ido para temas de movilidad: a transmilenio se le han aprobado 3,51 billones de pesos por vía de cupos de endeudamiento, es decir, en recursos ciertos.
De esa manera, las seis grandes obras de hospitales que se plantearon en el plan de desarrollo quedaron atadas a la venta de activos del distrito – como la empresa de teléfonos de Bogotá – y, por lo tanto, sometidas a una incertidumbre de la que aún no han salido.
Alerté que nada iba a pasar
En la discusión del segundo cupo de endeudamiento que solicitó la administración también me pronuncié sobre la incertidumbre en la que había quedado la infraestructura de salud en el distrito. El 30 de agosto de 2017, en la comisión de hacienda, afirmé que el éxito de las APPs en el distrito era muy escaso y que no habría ningún avance en la materia para contratar grandes obras. Recordemos mi advertencia de hace un año y medio con el siguiente video:
El segundo cupo de endeudamiento no incluyó recursos para hospitales, porque seguían creyendo en las APP
Dos semanas antes del video que acaban de ver, el 16 agosto del 2017, cuando la administración vino al concejo a pedir un segundo cupo de endeudamiento por 2,4 billones de pesos (luego de haber recibido un primer cupo de 5,03 billones en el 2016), la secretaria de hacienda reconoció que no habían podido gestionar la venta de activos para financiar la inversión en salud, y explicó que la administración no incluyó en ese cupo recursos para infraestructura hospitalaria porque estaban buscando otras fuentes para financiarla. Veamos este video de lo que dijo la secretaria:
En el cupo de endeudamiento aprobado en 2016, la secretaría de salud recibió $179.000 millones. Esto representa un 3,6% del total de recursos aprobados en dicho cupo. Así lo pueden ver en la siguiente gráfica en pantalla, en donde la fracción del cupo destinada a la secretaría está en color naranja.
En contraste, transmilenio (en color rojo) recibió el 41,9% de los recursos, la secretaría de ambiente el 4,6% (en verde claro), la secretaría de seguridad el 3,7% (en violeta), la secretaría de hacienda el 0,8% (en verde oscuro), la secretaría de educación el 6,9% (en azul oscuro), el IDU el 21,3% (en marrón), la empresa metro el 15,9% (en gris) y el IDRD el 1,5% (en azul claro).
De estos recursos, se destinaron $55.000 millones al proyecto de inversión 1191, “actualización y modernización de infraestructura física, tecnológica y de comunicaciones”, para las siguientes obras: terminar las obras inconclusas del hospital de Kennedy, finalizar las urgencias de Antonio Nariño, entregar la UPA los Libertadores, construcción de los CAPS de la Mexicana, Danubio y Diana Turbay y adecuar la unidad de urgencias de salud del Tunal. Ninguna de estas obras ha sido ejecutada, pues todas siguen en la etapa de estudios y diseños.
La administración es la responsable de este gran retraso
La ausencia de recursos ciertos para las obras de salud ha tenido efectos palpables. La secretaría de salud, en su respuesta del 16 de octubre del año pasado a uno de los cuestionarios con los que cité este debate (la proposición 631 de 2018) explica que no haber vendido activos del distrito retrasó todos los cronogramas de obra. Así lo pueden ver a continuación:
Para el desarrollo de estas obras, la secretaría firmó un contrato con la financiera de desarrollo nacional (el 1796 de 2016) para estructurar las APPs de los seis hospitales que se propuso construir: los de Usme, Bosa, Santa Clara, Materno Infantil, Simón Bolívar y la Felicidad. El cronograma general de este proyecto lo pueden observar en la siguiente imagen:
Como ven, la apertura de las licitaciones estaba planeada para agosto del año pasado, la firma de contratos se daría en diciembre y el inicio de la construcción en julio de este año. Así las cosas, estamos ante un retraso de seis meses, con lo que es posible que las obras en Usme y Santa Clara arranquen el próximo año. De las otras cuatro (Simón Bolívar, Materno Infantil, Bosa y la Felicidad) no se reporta ningún avance.
La fuente de esta información es la propia secretaría de salud, en su respuesta al otro cuestionario que remitimos para este debate (nuestra proposición, la 181 de 2018).
La administración estaba advertida de los tiempos que toma armar estos contratos por APP. Veamos el siguiente video del anterior director de planeación nacional (hoy director de Fedesarrollo), en un foro sobre APPs para salud en Bogotá el 19 de febrero de 2018, en el que estaba presente el secretario de salud. Allí, el ex director Luis Fernando Mejía explicó cuánto se tardan en tomar forma estas iniciativas cuando son de iniciativa pública:
Pero se demora aún más armar el negocio para una APP de iniciativa privada, como veremos a continuación:
Y con ese mecanismo, según la presentación más reciente del secretario de salud sobre el tema de infraestructura (el 4 de octubre del año pasado), quieren construir 3 CAPS nuevos. Es muy difícil asegurar que estos proyectos van a ver la luz cuando, como veremos a continuación, la capacidad de gestión de recursos de la secretaría de salud es pobrísima.
Trancón por todo lado
En total, durante los tres años que lleva esta administración, se han destinado $679.004 millones a la infraestructura en salud. Según las cifras del predis, con corte al 30 de noviembre de 2018, los compromisos de estos recursos han sido por $116.759 millones (el 17,2%), y los giros efectivos escasamente alcanzan $9.153 millones (el 1,3%).
¿Qué significa, en realidad, este bajísimo nivel de ejecución de recursos? Que obras muy importantes aún no se están haciendo. Les doy algunos ejemplos:
- La adecuación de las urgencias del hospital del Tunal, que según la secretaría de salud beneficiaría a 453.000 personas, sigue en etapa de estudios y diseños.
- La primera etapa de la unidad Occidente Kennedy, una obra de calculada en $166.585 millones y con 462.000 beneficiarios, sigue en estudios y diseños. Esta obra, como lo he recordado en distintas ocasiones, tiene una herencia envenenada que dejó la administración de Samuel Moreno.
- La terminación de la torre II del hospital de Meissen, de la que hablaré más adelante, también sigue en estudios. Esta obra también la recibió esta administración inconclusa y con problemas legales que resultaron de la corrupción de administraciones anteriores.
La secretaría sólo ha entregado, hasta ahora, una obra: la adecuación de las urgencias pediátricas del hospital de Suba, que tuvo un costo de $688 millones, el 0,1% de los recursos que ha tenido esta entidad para inversión en infraestructura.
Y empeorando
La ejecución en el proyecto de inversión de actualización y modernización de la infraestructura en salud, contrario a mejorar a través de los años de gobierno de la administración, ha empeorado.
Analicemos la siguiente gráfica, que compara la gestión de los recursos de este proyecto en los últimos tres años.
En 2016, el fondo financiero de salud tuvo recursos por $200.499 millones para invertir en infraestructura. De estos recursos, comprometió $69.324 millones (el 34,6%). Los giros, sin embargo, fueron por $4.854 millones (el 2,4%).
Vamos ahora al 2017. Durante ese año, los recursos para infraestructura fueron de $144.503 millones (nuevamente en color azul claro), de los que el fondo financiero comprometió $45.338 millones (el 31,4%, en amarillo). Los giros, por su parte, siguieron siendo muy pobres: alcanzaron $2.974 millones (el 2,1%).
Finalmente, la situación el año pasado fue crítica. En 2018, el proyecto de inversión en infraestructura tuvo más recursos que en los dos años anteriores, pero su ejecución fue bajísima. De los $334.001 millones el fondo financiero comprometió, hasta el 30 de noviembre de 2018, apenas $2.096 millones (el 0,63%). Los giros fueron de $1.324 millones (el 0,4%).
¿Y qué se tiene contratado realmente?
La mejor prueba para demostrar el escaso éxito de mecanismo de las APP es revisar el estado actual de estas iniciativas en el registro único de alianzas público-privadas del departamento nacional de planeación. Me he referido a ese registro en otras ocasiones, cuando he demostrado que en Bogotá las APP tienen un éxito del 0,5% (con apenas un proyecto contratado y llevado a cabo con éxito). Pero ahora me quiero centrar en las APP del sector salud.
Allí se encuentran los seis hospitales que se propuso construir la administración: los nuevos en Usme, Bosa y la Felicidad, así como las reposiciones del Santa Clara, el Materno Infantil y el Simón Bolívar.
¿En qué van esos proyectos? Todos ya superaron el estudio de factibilidad, pero la secretaría sólo ha adelantado acciones para arrancar con dos obras: el de Usme – que será un contrato de obra pública – y la reposición del Santa Clara en predios del complejo hospitalario San Juan de Dios. El 21 de noviembre del año pasado, en ponencia que presenté en la plenaria del concejo, demostré que la administración no tenía claro el mecanismo para contratar esta obra.
Estos dos proyectos, el de Usme y el Santa Clara, tienen algo más en común: las maromas que ha hecho la administración para que los recursos aprobados para estas obras no caduquen, que consisten en firmar unos convenios entre las propias entidades del distrito que no son contratos de obra.
Un contrato estatal, como los de obra civil, y un convenio son actos con características jurídicas particulares. Aunque ambos negocios son un acuerdo de voluntades, la diferencia radica en la finalidad que ambos pretenden: si estamos frente a un acto jurídico generador de obligaciones con intereses opuestos nos referimos a un contrato y si con el acuerdo se pretende cumplir con una obligación para el cumplimiento de fines comunes estaremos frente a un convenio.
De esa manera, el contrato de obra consiste en un acto jurídico en virtud del cual una persona encarga a otra la realización de una obra material, que ésta se compromete a realizar a cambio de una remuneración, sin que existan entre las partes relaciones de dependencia o subordinación. Este contrato está regulado por los artículos 2053 a 2062 del código civil colombiano, bajo el capítulo «de los contratos para la confección de una obra material». Como veremos a continuación, este no es el caso de los documentos firmados por esta administración.
Mucha maroma, poca ejecución
Para evitar que caduquen las vigencias futuras que, como explicaron aquí tanto la secretaria como el subsecretario de hacienda, haría inviable la construcción de la obra en los tiempos planeados, la administración se inventó una maroma contractual para disponer de los recursos aprobados por la mayoría del concejo.
Encontramos un registro en secop del 4 de diciembre de 2018, que muestra un convenio hecho entre el fondo financiero de salud y la subred de salud del sur para construir dicho hospital. Pueden ver este registro a continuación. Con esta maroma presupuestal, la administración va a justificar la ejecución de las vigencias futuras aprobadas para este proyecto, por $232.328 millones.
En secop ya están los certificados de disponibilidad presupuestal de este convenio. Pero esto no significa que la obra se esté llevando a cabo. Pero la vaguedad en el objeto de este convenio es inquietante: “aunar esfuerzos”, “efectuar las acciones necesarias”, “desarrollo integral del proyecto”.
Por medio de este convenio, la secretaría de salud salvó las vigencias futuras que las mayorías del concejo le aprobaron en agosto del año pasado, y sobre las cuales dicha entidad sólo ejercerá una vigilancia. Como explicó aquí el secretario, la obra como tal deberá ser contratada por la subred sur.
Con la obra del Santa Clara ocurrirá algo similar que con el hospital de Usme. El pasado 21 de diciembre el secretario de salud firmó un convenio entre el fondo financiero de salud, la ERU y la subred centro-oriente para llevar a cabo esta obra.
El objeto de este contrato es igualmente vago, y parte de “aunar esfuerzos” y no de construir obra. De esa manera, la secretaría de salud hizo otra maroma para que los $431.668 millones aprobados en vigencias futuras no expiren.
Pero los recursos de todo el convenio, que ascienden a $508.983 millones, tampoco van a estar a cargo de esa secretaría, ni van a estar en manos de la ERU, dueña del predio del complejo hospitalario. Como ven en la parte inferior de la pantalla, según el numeral 8.4.4 del mencionado convenio, la encargada de ejecutar esos cuantiosos recursos y desarrollar toda la obra será la subred centro oriente. Una de las obligaciones de esta entidad, según el documento firmado a fin de año, es:
“Ejecutar y desarrollar todas las actividades de diseño y construcción en estricto cumplimiento del PEMP [el plan especial de manejo y protección del complejo hospitalario]”.
El secretario debe explicarnos si estas subredes están en capacidad de llevar a cabo las obras que, por estar aprobando recursos a última hora, la secretaría de salud no va a ejecutar directamente.
De la Felicidad a la infelicidad
Recordemos que la secretaría de salud firmó un contrato con la financiera de desarrollo nacional (el 1796 de 2016) para estructurar las APPs de los seis hospitales que se propuso construir.
El hospital de la Felicidad, ubicado en Fontibón, quedó en el último lugar en la priorización que hizo la financiera de desarrollo nacional para definir cuáles obras serían más urgentes. El caso de este hospital demuestra unos riesgos adicionales que tiene este modelo de APPs.
Según el registro de alianzas público-privadas de planeación nacional, la obra de la Felicidad cambió su originador, pues recibió una propuesta de una empresa privada para llevar a cabo la obra. En el cuestionario que remití a la secretaría para este debate, pregunté por la naturaleza de este cambio y pueden ver la respuesta a continuación.
En dicho documento, la secretaría afirmó que una compañía internacional, Ribera Salud, presentó un proyecto para este hospital. A la fecha de la respuesta, en octubre del año pasado, la iniciativa no había superado la etapa de prefactibilidad, y la secretaría le había pedido al proponente ajustar su oferta para que sólo incluyera el desembolso de recursos privados, para cumplir con la priorización hecha por la financiera de desarrollo.
¿Qué es Ribera Salud, la empresa que presentó la oferta para construir el hospital de la Felicidad?
Es una empresa española, considerada por el diario el País como la más grande en concesiones de salud de dicho país. Además, es la compañía que inició con el modelo de concesión en salud en ciudades como Valencia. En esta zona de España, dichas concesiones empezaron en 1999 con el hospital de Alzira.
El mismo diario el País reporta que Valencia no renovó la concesión que Ribera Salud en este hospital, y en cambio prefirió hacerse cargo de la infraestructura que estaba en manos privadas. La razón, según una entrevista hecha a la consejera de sanidad valenciana en marzo de 2017, es la “falta de control absoluto” sobre la gestión de la empresa. La consejera se refiere a una presunta malversación de fondos por parte de dicha empresa, y a sobrecostos de alrededor de 2,6 millones de euros.
Una sentencia del tribunal superior de justicia de la Comunidad Valenciana permite ver el alcance de revertir el contrato de esta empresa, pues afirma que no es procedente la medida cautelar que trató de imponer Ribera contra la terminación del contrato de concesión. Ribera Salud presentó más de 50 acciones judiciales para evitar la reversión del hospital y su regreso a manos públicas. Todos los fallos que se han proferido hasta el momento (el más reciente, en marzo del año pasado) han sido en contra de la empresa.
Además, encontramos que Ribera Salud entregó el hospital de vuelta al gobierno de Valencia, pero le quedó debiendo alrededor de 50 millones de euros en liquidaciones.
A este tipo de desafíos nos enfrentamos como resultado de asumir un modelo que no se ha desarrollado suficientemente en el país, y que libera de cargas al sector privado.
Los CAPS ofrecen servicios especializados, pero necesitan inversión para mejorar su infraestructura
El pasado 7 de diciembre, el secretario de salud y el alcalde mayor anunciaron la apertura de 11 nuevos CAPS. Con mi equipo visitamos esos centros entre el 11 y el 13 de diciembre. Confirmamos que todos estaban en funcionamiento en instalaciones que habían venido prestando servicios de salud como UPAs y CAMIs. Hablamos con los directores de cada uno de los siguientes centros:
- En la subred sur, los CAPS de Meissen y San Benito.
- En la subred suroccidente, el CAPS Porvenir. Visitamos el CAPS de Patios, pero su directora no nos quiso atender.
- En la subred centro oriente, los de Chircales, Samper Mendoza, Perseverancia y Primero de Mayo.
- En la subred norte, los de Gaitana, Engativá y Fray Bartolomé de las Casas.
Los funcionarios que nos atendieron nos explicaron que los CAPS ofrecen servicios especializados (particularmente de pediatría, ginecología y medicina interna) que no estaban disponibles cuando en estas instalaciones eran sólo UPAs o CAMIs. Algunos CAPS, como los de San Benito y Fray Bartolomé, tienen además un énfasis en rehabilitación física y salud mental, que incluye el servicio de hospitalización de estos pacientes.
Para la apertura de esos CAPS se hicieron algunas reformas locativas: en Meissen, por ejemplo, arreglaron las ventanillas de atención, que pueden ver en la siguiente foto. En San Benito arreglaron consultorios para tener más espacio para los pacientes. Pero en ningún caso la secretaría hizo reformas de fondo a la infraestructura que ya estaba disponible.
Quiero presentarles dos ejemplos de que es necesario reforzar los servicios que prestan los CAPS con mejor infraestructura que los mismos centros la han pedido. El trancón de infraestructura de la secretaría, que ya vimos, ha demorado estas adecuaciones.
En el caso de Meissen, por ejemplo, la directora de consulta externa nos contó que la zona de consulta externa se comparte con las urgencias de madres gestantes, lo que causa congestiones como las que pueden ver en la foto.
La directora también nos explicó que el hospital de Meissen ya había dado visto bueno a los estudios para adelantar la segunda torre del hospital, con lo que estas áreas quedarían separadas y el espacio para los pacientes mejoraría notablemente.
Este proyecto, el de la segunda torre de Meissen, es una de las 17 obras que sigue en etapa de estudios y diseños, según el reporte que nos dio la secretaría de salud. Recordemos que esta obra tuvo enredos jurídicos y de ejecución, que esta administración ha ido destrabando.
Pero la obra es urgente, y los profesionales de salud la están esperando. ¿En qué consisten las demoras para ponerla en marcha?
Algo similar ocurre en el CAPS de Fray Bartolomé de las Casas, ubicado en el barrio Puentelargo de la localidad de Suba. Este centro se especializa en atención a pacientes de salud mental y de rehabilitación física, en espacio como los que pueden observar en la siguiente imagen.
La directora de la unidad nos contó, el pasado 13 de diciembre, que este CAPS – que era una antigua clínica de Cajanal – requiere un reforzamiento estructural y de un ajuste de sus redes hidráulicas y sanitarias. La directora afirmó que el proyecto ya había sido presentado a consideración de la secretaría de salud, pero que desconocían cuándo se iba a adelantar.
La adecuación de este CAPS no se encuentra dentro del listado de estudios y diseños que la secretaría de salud tiene en ejecución. ¿Cómo se están priorizando estas obras?
Conclusiones
A pesar de un éxito de menos del 0,5% en la ciudad, la secretaría de salud insiste en las APP como el modelo predilecto para contratar las obras de los hospitales. El tiempo me ha dado la razón, y las advertencias que hice a tiempo sobre los riesgos de este mecanismo han demostrado su inmadurez.
Las obras de infraestructura hospitalaria con algún avance son las que se alejaron del modelo de APP, pero allí la secretaría de salud ha echado mano de unas maromas contractuales diseñadas para poder hacer uso de los recursos aprobados, sin que haya todavía un contrato de obra en firme. Además, la ejecución de los proyectos no quedó en manos de la secretaría, sino de las subredes de salud.
La ley 1882 de 2018, expedida en enero del año pasado, faculta al distrito a aprobar proyectos de APP en su último año de gobierno. Esta situación hace que mis advertencias tengan aún más peso.
La secretaría ha demostrado una bajísima capacidad de gestión de sus recursos de infraestructura. Hasta ahora, sólo ha entregado una obra cuya inversión representa el 0,1% de los recursos que ha tenido disponibles durante los últimos tres años. En 2018, el fondo financiero de salud tuvo más recursos que en los demás años de la administración. Sin embargo, ejecutó apenas el 0,4% de estos (con corte a 30 de noviembre).
En los CAPS hay un avance importante en los servicios de salud especializados que se ofrecen a los pacientes, pero algunos de estos centros requieren de intervenciones de fondo para mejorar la calidad de la atención que prestan. Algunas de estas obras, como vimos, traen enredos complicados de administraciones pasadas.
Finalmente, el país ha padecido en carne propia la entrada de privados los servicios de salud, que se convirtieron en un codiciado negocio. Abrir nuevas troneras por vía de las APP, como demuestra el caso de la empresa española interesada en construir el hospital de la Felicidad, en Fontibón, puede agravar esta delicada situación.
Aquí puede encontrar todos los materiales usados para este debate.
Esta investigación se llevó a cabo, bajo mi coordinación, por Juan Sebastián Moreno, con el apoyo de Íngrid Guerra, Michael Monclou y Natalia Rubiano. Cristian Rodríguez se encargó de los temas audiovisuales y de la transmisión en redes.
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Ganó Volvo, perdió Bogotá
El pasado 2 de noviembre de 2018, la administración de Enrique Peñalosa adjudicó la licitación para renovar los buses de las fases I y II de transmilenio. Este negocio consiste en entregar a empresas privadas la compra de la flota nueva, su operación por 10 años, y el uso y mantenimiento de seis patios del sistema: son los patios de las troncales de Américas, Calle 80, Norte, Suba, Tunal y Usme.
De los seis contratos que transmilenio pretendía adjudicar, sólo terminó entregando cinco, pues la troncal de las Américas fue declarada desierta. En los otros cinco contratos se pactó la entrada de 1.143 buses nuevos, 462 articulados y 681 biarticulados. El 59,6% de los buses (682 de 1.143) nuevos serán buses Volvo que funcionan con diesel y tienen una tecnología de emisión Euro V, ya obsoleta en Europa. El 40,4% restante (461 de 1.143) serán buses Scania, que operan con gas natural y tienen tecnología Euro VI – menos contaminante pero, de todas maneras, un combustible fósil. Ni un solo bus será eléctrico.
Pueden ver cómo quedará la flota de las fases I y II con dichos contratos en la siguiente gráfica:
Bogotá seguirá condenada a usar combustibles fósiles en el transporte público
Como vieron, 3 de cada 5 buses que entren a Bogotá durante los próximos dos años serán de diesel Euro V, una tecnología contaminante que ya no se vende en Europa. Además, como mostré desde mi debate sobre el diesel en septiembre de 2017, grandes ciudades europeas se han puesto metas para asegurar que no sigan circulando vehículos a diesel en sus calles. La mayoría ha definido el 2025 como año límite para lograr este objetivo.
Sin embargo, desde el inicio del proceso licitatorio se perdió la oportunidad de cambiar la orientación tecnológica del transporte masivo de Bogotá. Los prepliegos de la licitación, como demostré desde el 25 de abril de este año, no incluían ninguna medida para mitigar el impacto ambiental que tiene transmilenio sobre la ciudad. Sólo después de estas denuncias, una intensa movilización ciudadana y la intervención de la procuraduría, la administración anunció unos puntos en la licitación para las ofertas que incluyeran buses menos contaminantes.
Los anuncios de la administración no se convirtieron en incentivos reales para asegurar la entrada tecnologías nuevas, como la eléctrica, al transporte público de Bogotá. En los pliegos definitivos de la licitación, la oferta económica – es decir, el costo de los buses – siguió siendo el factor fundamental para escoger las ofertas de los operadores. Además, como anuncié desde el 29 de junio de este año, en los pliegos se abrió una tronera para asegurar la entrada de buses Euro V.
El diesel que tendremos que soportar por los próximos diez años en transmilenio es un agente cancerígeno tipo 1, según la OMS
Las metas que se han trazado ciudades como Londres, París y Madrid para sacar el diesel de sus calles se sustentan en evidencias científicas claras: desde 2012, la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera al diesel un agente carcinogénico tan dañino como el tabaco y el asbesto. La Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC), que hace parte de la OMS, convocó a un grupo de investigadores que demostró, de manera unánime, la relación entre los vapores del diesel y el cáncer de pulmón. Por esta razón, la OMS incluyó a este combustible en el grupo 1 de agentes cancerígenos, al lado de dichas sustancias.
Además de los problemas asociados a la salud de las personas, la lucha contra los combustibles fósiles es un camino para combatir la emergencia ambiental global que enfrentamos como especie. Un reciente estudio de la academia de ciencias de Alemania, publicado en febrero de este año afirma que, luego de revisar la evidencia científica disponible sobre alternativas para reducir el calentamiento del planeta, cualquier proyecto que se ponga en marcha debe incluir la prohibición completa de los combustibles fósiles para lograr una reducción del dióxido de carbono en el largo plazo.
La administración distrital estaba en capacidad de exigir buses menos contaminantes, que habrían tenido un impacto menor sobre la salud de los bogotanos y sobre la atmósfera. Como pueden ver en la siguiente gráfica, hay una diferencia notable entre la calidad ambiental de un bus Euro V y de uno Euro VI. Pero como demostré, nunca hubo un compromiso real en la licitación para asegurar un mejor aire para Bogotá.
El negocio de comprar los buses, con una troncal menos, salió 45% más caro
Según los prepliegos de la licitación, la compra de los buses para las seis troncales que se querían renovar estaba estimado en $1,6 billones. Sin embargo, las ofertas que fueron aceptadas para los cinco contratos que se van a firmar suman, entre la remuneración de los buses y los pagos por supervisión de la flota, $2,32 billones. Eso significa que, con una troncal menos – la de las Américas, que fue declarada desierta – la ciudad tendrá que pagar un 45% más de lo que transmilenio había estimado.
En la siguiente imagen pueden ver cómo quedó repartido el negocio: tres troncales – la del norte, la calle 80 y la de Suba – quedaron en manos de una sola empresa, SI-18, que ofreció buses a gas con tecnología Euro VI. Los dos lotes más grandes, los de Usme y el Tunal, fueron adjudicados a dos empresas que van a comprar buses Volvo a diésel. La troncal de las Américas, recordemos, quedó desierta en la licitación.
La procuraduría me vuelve a dar la razón
El pasado 7 de noviembre, cinco días después de la audiencia de adjudicación de la licitación, la procuraduría hizo públicas sus dudas sobre la manera en la que transmilenio había organizado la entrega del negocio para renovar la flota. En particular, el ente de control llamó la atención sobre los criterios que utilizó la administración para organizar la licitación. La procuraduría dijo que:
Para el Ministerio Público, la Empresa de Transporte del Tercer Milenio S. A., Transmilenio, pudo haber sido más rigurosa en la estructuración del proceso de selección y en las etapas previas a la contractual, exigiendo como requisitos técnicos mínimos tecnología Euro V, lo que habría llevado a que los proveedores de la flota respondieran a las condiciones de la administración.
Además, como advertí y confirmó la procuraduría desde julio, a la ciudad van a entrar unos buses obsoletos. Así quedó claro en una entrevista que le hizo el portal La Silla Vacía a la gerente de Volvo en Colombia, esta empresa va a venderle a Bogotá unos buses que ya no puede vender en Europa.
Fuente: La Silla Vacía. Bogotá perdió la oportunidad de dar un paso hacia un transporte público menos contaminante, que no le haga tanto daño a la salud de las personas y que contribuya a enfrentar la emergencia ambiental global que vivimos.
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La administración Peñalosa no va a recuperar el San Juan de Dios
Fui designado como ponente para la iniciativa con la que la administración solicita $431.668 millones en vigencias futuras, entre los años 2019 y 2027, para reponer el hospital Santa Clara. Con este proyecto no se va a recuperar el San Juan de Dios, como lo ordenan la ley y fallos judiciales. En cambio, la administración propone una nueva edificación para el Santa Clara en los predios del San Juan. Pero del camino propuesto está sembrado de trampas jurídicas: contratarían el hospital por la modalidad de alianza público privada (APP), que es la más cara, pero se niegan a reconocerlo, con lo cual estarían violando la ley y pondrían en gran riesgo la posibilidad de construir dicha nueva sede del Santa Clara.
Mis reparos con este proyecto se los presentaré en tres partes:
En primer lugar, hay unas órdenes claras en la ley y en fallos judiciales para abrir el San Juan de Dios y asegurar su funcionamiento como hospital universitario. Tanto una ley del 2002 como una sentencia del 25 de enero de 2018 del tribunal administrativo de Cundinamarca hacen hincapié en la importancia del San Juan de Dios, tanto como centro de salud para los sectores más pobres de Bogotá y como centro de investigación médica y educación universitaria.
En segundo lugar, la secretaría de salud tiene un trancón de ejecución en la infraestructura que se ha comprometido a construir. En este año, en particular, hay un rezago notable en los recursos que efectivamente han sido girados para construir infraestructura nueva o adecuar la ya existente.
En tercer lugar, el mecanismo para contratar el hospital y los tiempos que presenta el secretario de salud para sacar adelante esta obra llenan de incertidumbre el proyecto. A los $431.668 millones que solicitan en vigencias futuras hay que sumar $76.177 millones que la secretaría de salud se compromete a ejecutar durante lo que queda de este año, para cumplir el requisito que establece la ley de ejecutar el 15% de las autorizaciones de vigencias futuras en el año en que son aprobadas. ¿Cómo van a hacerlo bien en tan ajustados plazos?
El San Juan de Dios ha sido el principal hospital de Bogotá desde el siglo XVI
El hospital San Juan de Dios fue la principal institución de salud durante prácticamente toda la historia de Bogotá. Fue fundado en 1564 y ubicado en su sede actual en la Hortúa desde 1921. Su importancia fue fundamental para atender, sobre todo, a las clases empobrecidas de la ciudad desde el siglo XVI.
El San Juan no fue sólo un centro hospitalario sino también universitario y de investigación. Desde la inauguración de la Universidad Nacional, en 1867, el San Juan de Dios fue incorporado a la facultad de medicina, y se creó una fuerte alianza hospital-universidad. La época dorada del hospital se dio entre mediados del siglo pasado hasta finales de los años ochenta. Allí tuvieron lugar avances médicos de relevancia mundial, como la válvula para tratar la hidrocefalia de presión normal que hizo Salomón Hakim, médico de la Universidad Nacional, y el programa de “madre canguro” que llevó a cabo el equipo del Instituto materno infantil. Así fue que el San Juan de Dios se constituyó en uno de los principales escenarios de desarrollo de la investigación, la educación y la práctica médicas en la ciudad y el país.
El estrecho vínculo entre la universidad y el hospital fue reconocido por la ley. Particularmente, el artículo 3° de la ley 735 de 2002, que declaró al San Juan de Dios y al Instituto Materno Infantil como monumentos nacionales, aclara que dichas instituciones deberán funcionar “como un centro especial para la educación universitaria que imparta, en las ciencias de la salud, las Universidades oficiales y privadas, esto es, como hospitales universitarios”. De la misma manera, un fallo reciente del tribunal administrativo de Cundinamarca, proferido el 25 de enero de este año, da unas órdenes precisas para reabrir el complejo hospitalario como un centro de investigación y enseñanza médica, como un centro asistencial que impulse medicina preventiva, y como un prestador de servicios médicos para los bogotanos de menos recursos.
La decadencia del hospital, que ya carecía de recursos y estaba inmerso en conflictos jurídicos que no dejaban claro quién debía hacerse cargo de su mantenimiento, se aceleró en 1993 con la implementación de la ley 100. En 1999, el hospital entró en quiebra, lo que tuvo como consecuencia el cierre completo del complejo hospitalario dos años después. Malas administraciones y la conversión del derecho a la salud en un vil negocio, llevaron al San Juan a la ruina.
Desde su inicio, la administración Peñalosa menospreció el San Juan de Dios
Apenas comenzaron a gobernar, tanto el alcalde Peñalosa como el secretario de salud declararon que el San Juan de Dios no era una de sus prioridades. En entrevista con Caracol radio el 8 de enero de 2016, el alcalde señaló que la reapertura del San Juan de Dios no hacía parte de sus prioridades, pues, según el instituto distrital de patrimonio cultural, la recuperación del mismo podría costar más de $700.000 millones. El alcalde señaló, además, que sus focos en el sector salud estarían en el estado financiero de Capital salud, la ampliación de la red de urgencias de los hospitales existentes, como las del hospital de Kennedy, y la puesta en marcha de los centros de atención prioritaria en salud, CAPS. El alcalde afirmó que:
“Obviamente sería maravilloso poner a funcionar el San Juan de Dios en la medida de lo posible pero hay otras urgencias que son más urgentes. Tenemos por ejemplo Capital Salud que está perdiendo 140.000 millones de pesos al año y va a tener que absorber todos los ciudadanos de medianos recursos de Bogotá que van a quedar sin EPS apenas se acabe Caprecom.”
En el mismo sentido, una semana después, el 14 de enero de 2016, el secretario de salud anunció que durante esta administración no se llevaría a cabo la reapertura del Hospital San Juan de Dios. El secretario justificó su postura con dos razones: el alto costo de la obra, cercana al billón de pesos, y su larga duración, estimada en más de seis años según estudios de la Universidad Nacional. Afirmó, entonces, que prefería construir hasta cuatro hospitales nuevos con el dinero que no se invertiría en el San Juan de Dios. Oigamos lo que dijo el secretario ese día:
Hasta el mismo secretario reconoce que en la ejecución en infraestructura en salud entre 2016 y 2018 “no se ha avanzado con el ritmo que se quisiera”
Recordemos lo que dijo el secretario de salud en enero de 2016: con el dinero para recuperar el San Juan de Dios se podrían hacer 4 hospitales. ¿Dónde están esos cuatro hospitales que se construirían por el precio de uno? ¿Dónde están los CAPS que iban a ser una prioridad?
Como advertimos el pasado 24 de septiembre en el debate de control político sobre ejecución presupuestal, cuando se discutieron las proposiciones 212 y 196 de 2018 en la comisión de hacienda y crédito público, los principales retrasos en la ejecución del presupuesto de la secretaría de salud se encontraban en los proyectos de infraestructura.
Esta situación fue confirmada por el secretario de salud en la sesión del 4 de octubre de este año. En esa ocasión, el secretario afirmó lo siguiente:
La realidad es que, cuando se detalla la ejecución presupuestal por programas y proyectos, se nota que la ejecución en el proyecto de inversión “modernización de la infraestructura física y tecnológica en salud” es vergonzosamente baja. Pueden ver estas cifras en la siguiente gráfica que elaboramos a partir de la información oficial reportada en segplan.
Fuente: elaboración propia a partir de datos de SEGPLAN con corte a 30 de junio de 2018.
En el 2016, el fondo ejecutó el 83,3% de sus recursos. En el 2017, el 90,3%. Para 2018, en cambio, sólo llevan un 30,1% ejecutado. La ejecución del proyecto de modernización de infraestructura es aún más crítica. En 2016, el año en el que más se comprometieron recursos, la ejecución fue de 34,57%. En 2017 fue de 30,96% y en 2018, con corte a 30 de junio, apenas había alcanzado un 5,03%. Eso significa que, de los $397.139 millones programados para este año, la ejecución solo iba en $19.982.
Monumental trancón en la ejecución de infraestructura en salud
Actualizamos las cifras que les acabo de presentar con información del predis de la secretaría de hacienda. El fondo financiero distrital de salud tiene un presupuesto total de $2,5 billones para este año. El 96,4% de estos recursos se destina a dos grandes rubros: atención en salud, con el 80,7%, e infraestructura, con el 15,7%.
Al revisar la ejecución con corte a septiembre 30 de este año y desagregar la ejecución presupuestal en recursos comprometidos y giros efectivamente autorizados, los atrasos en infraestructura se hacen más evidentes. Veamos: de acuerdo al predis, con corte a 30 de octubre de 2018, mientras en aseguramiento social en salud se han comprometido y aprobado giros por el 67,8% de los recursos aprobados, en infraestructura han hecho giros por apenas el 0,33%. Lo pueden ver en pantalla, en el círculo de color naranja. En amarillo aparece el porcentaje de ejecución en 2017: 3,09%, igualmente pobre. En verde el de 2016, por 45,76%.
Fuente: elaboración propia a partir de datos de Predis con corte a 30 de octubre de 2018.
De los 33 proyectos de infraestructura hospitalaria presentados por el secretario de salud, sólo 1 se encuentra en obra
En su exposición del 4 de octubre, de la que ya vimos un fragmento, el secretario de salud presentó el estado de 33 proyectos de infraestructura hospitalaria. Estos 33 proyectos están clasificados en la gráfica que ven a continuación:
Fuente: elaboración propia a partir de la presentación del secretario de salud ante el concejo, 4 de octubre de 2018. • 7 se encuentran en proceso de contratación de estudios y diseños (en color azul claro, corresponde al 21,2% de los proyectos).
• 17 se encuentran con estudios y diseños en ejecución (en color amarillo, 51,5% de los proyectos).
• Uno está en proceso de contratación de obra (en verde, 3% de los proyectos).
• Uno está en la contratación de ajustes de estudios y diseños (en vinotinto, 3% de los proyectos).
• 5 están en proceso de estructuración de una APP (en color rosa, 15,1% de los proyectos).
• Uno, el hospital de Usme, cuenta con presupuesto apropiado (en azul oscuro, 3% de los proyectos).
• Finalmente, sólo uno, las urgencias del hospital de Suba, está en ejecución de obra (en naranja, 3% de los proyectos). Nuestra última visita la realizamos ayer jueves 25 de octubre.De esa manera, 25 de los 33 proyectos de infraestructura (el 75,7%) no han superado la fase de estudios y diseños.
De los $513.193 millones para los 40 CAPS sólo se han ejecutado $88.553 millones (17,2%)
El proyecto en infraestructura de salud que más ha publicitado la administración es el de los centros de atención prioritaria en salud, CAPS. En el plan de desarrollo, la administración se propuso abrir 40 de estas instalaciones en toda la ciudad. El 23 de noviembre de 2017, la secretaría de salud anunció que ya estaban funcionando 20, así que iban por la mitad de la meta.
Pero la realidad es que este proyecto está estancado. De los 40 CAPS que quieren abrir hoy están funcionando 19. Entre el 17 y el 24 de noviembre del año pasado, con mi equipo visitamos 19 de los 20 CAPS cuya apertura anunció la administración (todos excepto el de la zona rural de Usme, el de Betania). En las visitas comprobamos que, de los 19 visitados, cuatro CAPS no estaban funcionando: el Ismael Perdomo, el de Kennedy, el de Santa Clara y el de Vista Hermosa.
El 14 de octubre de este año volvimos a corroborar si los CAPS que estaban cerrados en esos momentos seguían inhabilitados y pudimos confirmar que de los cuatro que habíamos encontrado cerrados en 2017, tres ya estaban habilitados y sólo uno, el de Kennedy, seguía cerrado. Desde el anuncio del 23 de noviembre del año pasado, no ha habido ningún avance en los demás CAPS.
Según la ejecución presupuestal registrada en segplan, desde el 2016 la secretaría de salud ha invertido el 50,74% del presupuesto asignado para la apertura de los 40 CAPS. Así lo pueden ver en la siguiente gráfica, que contrasta los recursos asignados con los efectivamente ejecutados durante los últimos tres años: mientras en 2016 ejecutaron el 25% de los y en 2017 ejecutaron el 30,7%, la ejecución en este año ha sido pobrísima: apenas han ejecutado el 0,77% de estos recursos, es decir, $1.529 millones de los $198.366 que tienen disponibles.
Fuente: elaboración propia a partir de datos de SEGPLAN.
Lo que presentan como ejecutado ¡sin serlo! La secretaría reportó la inversión de $481.519.351 en el reforzamiento estructural del CAPS de Kennedy, que todavía no ha sido abierto
En su informe al concejo sobre la ejecución de proyectos en 2017, la secretaría de salud incluyó el reforzamiento del CAPS 29 de Kennedy, para el cual se hizo una inversión de $481.519.351. A continuación, les presento un recorte de la página 4 de este documento, llamado “informe anual al concejo distrital, acuerdo 223/2006 y cumplimiento del plan de desarrollo distrital: ejecución de planes maestros”, en donde aparecen estos recursos como ejecutados, mientras el CAPS sigue sin funcionar.
Fuente: secretaría de salud, informe anual al concejo distrital, acuerdo 223/2006 y cumplimiento del plan de desarrollo distrital: “ejecución de planes maestros”, p. 4. El 20 de noviembre de 2017 realizamos una primera visita a este CAPS, el cual según los vecinos se encontraba abandonada por lo menos desde el principio de ese año. No es claro, entonces, cómo se hizo un reforzamiento si la obra estaba abandonada.
Visita el 20 de noviembre de 2017. El 13 de octubre de este año volvimos a visitar el lugar y nos encontramos con que el edificio sigue abandonado al día de hoy.
Visita el 30 de octubre de 2018. Sin embargo, desde diciembre de 2016 la administración anunció la apertura del CAPS Kennedy 29 como uno de los logros de la subred suroccidente. Así lo confirma el siguiente pantallazo, que tomamos de la página de la subred.
Algunos vecinos nos contaron que los servicios de este centro habían sido trasladados a la UPA Carvajal. Sin embargo, al ir a esta y preguntar nos informaron que solamente se había hecho el traslado de los archivos, pero que los servicios del lugar seguían siendo los mismos. Esta situación fue confirmada por el secretario de salud durante su presentación del 4 de octubre de 2018 en el concejo, en donde mencionó que el CAPS de Kennedy se encuentra en proceso de contratación de ajustes y diseños por $2.200 millones.
Se han invertido $496.295.231 en la terminación de la UPA Antonio Nariño y todavía no está lista
En el mismo informe mencionado anteriormente, se encuentra descrito el proyecto de terminación de la UPA Antonio Nariño. Según este informe, se invirtieron $496.295.231 en la vigencia 2017. El 13 de octubre de este año visitamos la UPA y nos encontramos con que la obra todavía no había sido terminada. Según los vecinos este centro está en proceso de construcción desde hace alrededor de cinco años. Además, nos contaron que la obra se retomó hace aproximadamente un año, pero se abandonó nuevamente.
Visita 13 de octubre de 2018. El 4 de octubre de este año, el secretario de salud afirmó que se necesitan $3.550 millones adicionales para su terminar la construcción y asegurar la dotación y puesta en funcionamiento de este centro como un CAPS. Según afirmó el secretario ese mismo día, la apertura del CAPS sería en diciembre de 2019. Sin embargo, el proyecto sigue en estudios y diseños.
Además, la terminación del CAPS de Antonio Nariño tiene recursos por cupo de endeudamiento. En este cupo también se notan retrasos. De los $179.000 millones que se asignaron a la secretaría de salud en 2016 por el acuerdo 646 de ese año, $55.000 millones se añadieron al proyecto de inversión para la actualización de infraestructura física, tecnológica y de comunicaciones. A mayo de este año, la ejecución del cupo por parte de la secretaría de salud iba en un 0,7%.
La única obra en ejecución, la del hospital de Suba, es la excepción de la norma
Recordemos que la única obra en ejecución que tiene la secretaría de salud, según la presentación que nos hizo el secretario el pasado 4 de octubre, está en el hospital de Suba. Con mi equipo visitamos esa obra ayer, 25 de octubre.
Visita 25 de octubre de 2018. El proyecto consiste en adecuar la vieja cocina del hospital de Suba para convertirla en la zona de urgencias pediátricas. Durante la visita, hablamos con el ingeniero Rodrigo Aldana, interventor, y con el arquitecto Ómar Cortés, director de la obra. Comprobamos que la obra tiene un porcentaje de avance muy elevado, superior al 95%. De hecho, estas dos personas nos informaron que el viernes pasado hicieron el acta de entrega de obra con observaciones, y que su trabajo durante esta semana es terminar la instalación de equipos eléctricos, divisiones y vidrios para consultorios, páneles para camas y detalles de pintura y aseo. Encontramos varias cuadrillas de obreros (más de 20 personas en total) trabajando en estas actividades.
Visita 25 de octubre de 2018. La obra, que tuvo un costo $680 millones y duró alrededor de cinco meses, sufrió suspensiones por cuenta de retrasos de contratistas particulares. Por ejemplo, todo el sistema de ventilación fue terminado apenas la semana pasada. A pesar de estos retrasos, la entrega definitiva de la obra está programada para este domingo. Ya tienen parte de la dotación de la sala en el sótano del hospital, y nos informaron que hoy llegarían las camas para la zona de observación de pacientes.
Visita 25 de octubre de 2018. El estado de esta obra es bueno, sin duda. Sin embargo, preocupa que este sea el único avance que tenga en este momento el proyecto de infraestructura hospitalaria que nos mostró el secretario. Como mostré hace un momento, esta obra supone apenas el 3% de los proyectos de infraestructura que tiene la secretaría, y representa una ejecución del 0,17% del presupuesto del proyecto de modernización de infraestructura para este año.
De 203 sólo 1: las APP no son un mecanismo eficaz para hacer obra pública
La administración distrital ha optado, como lo he advertido de manera reiterada a los dos últimos gobiernos, por intentar el financiamiento la inversión social con recursos inciertos. Utilizar las APP para la construcción de infraestructura en salud es continuar con ese mismo camino de incertidumbre en la realización de las obras.
Este mecanismo sólo ha sido útil para la construcción de infraestructura vial, pero a un costo desmesurado para el país. En febrero de 2018, el director de planeación nacional realizó una presentación sobre el “contexto institucional para las APP en salud en Bogotá”.
La anterior imagen, extraída directamente de la presentación del director de planeación, muestra las iniciativas de APP en el país que han superado la etapa de prefactibilidad, es decir, son 74 proyectos, de los cuales 49 (el 66,2%) están en el sector transporte. Para el caso de Bogotá, según el registro de APPs del departamento de planeación nacional, se han presentado 203 APPs de iniciativa privada y 10 de iniciativa pública entre 2013 y 2018. Sólo una iniciativa se ha logrado contratar y llevar a término: la renovación del coliseo el Campín. Es el único que se ha finalizado que no se refiere a infraestructura vial y de transporte.
De esa manera, de 203 iniciativas, sólo una ha salido adelante. Un mecanismo con un porcentaje de éxito del 0,5% no ofrece ninguna garantía para construir infraestructura pública ni en Bogotá ni en el país.
Veamos otra imagen de la presentación del director de planeación nacional, de febrero de este año. Allí encontraremos otra limitación de este mecanismo: el tiempo que se demora en lograr un contrato.
Allí ven los tiempos estimados para construir un hospital que, según planeación nacional, se demoraría entre 21 y 38 meses. El proyecto para la construcción de CAPS se demoraría aún más si son de iniciativa privada. A estos plazos para la construcción de un hospital habría que añadir la evaluación de la propuesta del originador privado. De esa manera, el plazo para poner en marcha el proyecto para la construcción de un CAPS duraría 46 meses – casi todo un período de gobierno.
Así no lo digan en voz alta, el Santa Clara se va a reponer con una APP
La administración distrital ha sido astuta, pues en todas sus presentaciones ha evitado hablar del mecanismo contractual que quiere utilizar para llevar a cabo la reposición del hospital Santa Clara. Sin embargo, dos pruebas confirman que esto sí se trata de una APP:
PRIMERA PRUEBA. El acta del consejo de gobierno distrital del 2 de octubre de 2018
En esa reunión se declaró de importancia estratégica el proyecto para reponer el Santa Clara (uno de los requisitos para solicitar vigencias futuras). En la transcripción de la reunión, el secretario de salud explicó el modelo contractual para el hospital como una concesión, evitando así hablar de APPs. Así se puede ver en la siguiente imagen, tomada directamente del acta:
Fuente: acta del consejo de gobierno distrital del 2 de octubre de 2018, p. 3. Este mecanismo – la concesión – que aparecía claramente en el acta del consejo de gobierno, luego se empezó a envolver en otros términos que tratan de ocultar su sentido. Así lo revela una respuesta que la secretaría de salud dirigió a la concejal María Victoria Vargas el 25 de octubre. Ella preguntó específicamente por el modelo contractual que se va a usar para la reposición del Santa Clara, a lo que la secretaría contestó, como pueden ver a continuación:
La misma información encontré en un documento que envió la secretaría de salud al concejo, como resultado de las preguntas que hice en la sesión de presentación del proyecto, el pasado 21 de octubre. Le pregunté a la secretaría de salud cómo iba a lograr ejecutar el 15% de las vigencias futuras autorizadas – un tema al que volveré más adelante. Su respuesta, que pueden ver en la pantalla, incluye un:
“Compromiso de recursos de vigencias futuras 2019 2027 mediante suscripción en éste año de un convenio inter-administrativo bipartito entre la secretaría distrital de salud y la empresa de renovación y desarrollo urbano para gestión técnica, legal y financiera para realizar posteriormente un contrato DBOMT por sus siglas en inglés que incluye el diseño, la construcción y operación de la infraestructura, la dotación, el mantenimiento de planta y equipo y los servicios asociados de aseo-desinfección y vigilancia-seguridad.”
Fuente: secretaría de salud, respuesta a las preguntas de las sesión del 21 de octubre de 2018, radicada en el concejo el 25 de octubre de 2018, pp. 9-10.
¿Qué es un contrato DBOMT?
No encontré contratos de este tipo. Lo que sí hallé fueron contratos denominados BOMT (una sigla que no significa Baby One More Time, como la canción de Britney Spears, sino build, operate, maintain, transfer), un instrumento contractual anglosajón que se ha usado en el país, particularmente en el sector minero-energético. Estos contratos se caracterizan por pactar con un privado la construcción, operación, mantenimiento y el posterior traspaso de la infraestructura energética, y en algunos casos incluyen su diseño. La comisión de regulación de energía y gas afirma haber utilizado el mecanismo, y un documento de auditoría del grupo de energía de Bogotá dice que la empresa tiene dos tuberías que operan bajo este esquema (una entre Mariquita y Cali y la otra entre Ballena y Barrancabermeja).
En ese sentido, no hay una definición precisa sobre este tipo de contrato. A partir de las respuestas de la secretaría de salud, se entiende que va a incluir el diseño, la construcción, la operación, el mantenimiento y, finalmente, el traspaso de la infraestructura luego de un tiempo. Al revisar la literatura sobre alianzas público-privadas, aparece como una combinación de dos contratos que explica el banco mundial en una página dedicada a ofrecer recursos legales para la estructuración de APPs, que pueden ver en la pantalla.
El Public-Private-Partnership Legal Resource Center, como se llama esta sección del banco mundial, presenta tres tipos de APP que se usan, según investigué con mi equipo, para el desarrollo de infraestructura y que han sido aplicadas sobre todo en el sector minero-energético. Las tres clases de APP son: las concesiones, los contratos BOT (construcción-operación-traspaso) y los contratos DBO (diseño-construcción-operación).
Veamos ahora qué dice la ley 1508 de 2012 (también conocida como ley de APPs) sobre los contratos de concesión.
En particular, los artículos 2° y 3° de dicha ley, que pueden leer a continuación, aclaran que las concesiones son esquemas de alianzas público-privadas. Leamos:
Fuente: ley 1508 de 2012. Como vemos, el artículo 2° de dicha ley hace una referencia al numeral 4 del artículo 32 de la ley 80 de 1993, ley de contratación estatal. Este acápite de la ley 80 se dedica, justamente, a definir qué es una concesión para la contratación estatal. Esto es lo que dice:
“4o. Contrato de Concesión.
Son contratos de concesión los que celebran las entidades estatales con el objeto de otorgar a una persona llamada concesionario la prestación, operación, explotación, organización o gestión, total o parcial, de un servicio público, o la construcción, explotación o conservación total o parcial, de una obra o bien destinados al servicio o uso público, así como todas aquellas actividades necesarias para la adecuada prestación o funcionamiento de la obra o servicio por cuenta y riesgo del concesionario y bajo la vigilancia y control de la entidad concedente, a cambio de una remuneración que puede consistir en derechos, tarifas, tasas, valorización, o en la participación que se le otorgue en la explotación del bien, o en una suma periódica, única o porcentual y, en general, en cualquier otra modalidad de contraprestación que las partes acuerden.”En ese sentido, en la ley de contratación estatal ya se encuentran las características que la secretaría de salud considera necesarias para adelantar la obra del Santa Clara. La diferencia es que, en vez de hablar de un “contrato innominado”, como lo definió en las respuestas a la concejal Vargas y luego lo expuso en el primer debate del proyecto de acuerdo, la secretaría debería estar hablando de un contrato de concesión.
El problema radica, como lo explicó el propio secretario de salud, en las restricciones que impuso la ley 1882 de 2018, expedida el 15 de enero de este año. El artículo 14 de dicha ley prohibió a las empresas industriales y comerciales del estado (como la ERU, dueña del predio del San Juan y la encargada de adelantar el proyecto) de ser contratantes en esquemas de APP. Por lo tanto, al tomar una decisión de última hora para el Santa Clara, la administración está gravemente enredada en resolver cómo ejecutará estos recursos.
Como podrán ver en el siguiente video de la gerente de la ERU, la entidad a cargo de llevar a cabo este proyecto aún no tiene claro el mecanismo que va a utilizar para contratar la obra.
Las vigencias futuras ordinarias son “inadecuadas para el desarrollo de proyectos de infraestructura que, por definición, son de largo plazo”: Financiera de desarrollo nacional
Las condiciones de las vigencias futuras ordinarias hacen aún más apretados los tiempos que se necesitan para terminar los proyectos, adjudicar las licitaciones e iniciar la obra. Así lo reconoce la financiera de desarrollo nacional en un estudio que hizo como parte del proyecto para la presente solicitud de vigencias futuras:
Fuente: Financiera de desarrollo nacional. Estructuración técnica, legal y financiera de los proyectos de asociación público privada en salud y asesoría del proceso contractual hasta la adjudicación de los proyectos. Debida diligencia integral. Octubre de 2017, p. 363. El caso del hospital de Usme demuestra las limitaciones de las APP y los riesgos de las vigencias futuras
El pasado 22 de julio, la administración distrital presentó un proyecto para obtener recursos para la construcción del hospital de Usme. En este caso, el camino escogido por la administración también fue el de unas vigencias futuras. Sin embargo, decidieron que este proyecto no sería una APP sino un contrato de obra pública.
Como advertí durante aquél debate, y luego reconoció la secretaria de hacienda durante la discusión del proyecto, la viabilidad de toda la iniciativa depende de la eficacia de la secretaría de salud para ejecutar el 15% de los recursos aprobados – como se exige de las vigencias futuras ordinarias – y para adjudicar la licitación en lo que queda de este año. Veamos lo que afirmó la secretaria, luego de que las mayorías del concejo quitaron un artículo que daba más flexibilidad para ejecutar las vigencias que estaban solicitando:
Esta situación fue confirmada luego de mi intervención por el subsecretario de hacienda. Veamos su advertencia:
A pesar de estas circunstancias, el proyecto de acuerdo en consideración no explica cómo se van a salvar los inconvenientes de tiempo para el caso del hospital de Usme, que obligan a la secretaría a ejecutar un volumen importante de recursos en un tiempo estrecho. Tampoco justifica por qué para este caso sí es útil el mecanismo de las APP, que fue desechado para la obra en Usme.
La obra para el hospital Santa Clara es necesaria, pero su cronograma genera dudas
Si los tiempos están cortos para el hospital de Usme, como ha afirmado la secretaría de hacienda, los plazos serían aún más cortos para asegurar que las vigencias que se autoricen para adelantar la obra del nuevo hospital Santa Clara se lleven a cabo.
Por esa razón, es desconcertante ver que la apertura de la licitación del hospital de Usme está programada para enero del próximo año, mientras la del Santa Clara, según la presentación del secretario de salud que ven a continuación, iniciaría en febrero.
Fuente: secretaría de salud, presentación ante el concejo el 16 de octubre de 2018, diap. 16. Del cronograma que presentó el secretario se desprende una duda adicional. Como pueden ver, entre el inicio de la construcción y la fecha programada de apertura del nuevo Santa Clara hay un plazo de dos años. No es claro cómo, con el bajo nivel de ejecución de obra que ha demostrado la secretaría, pueden sustentar que un hospital de alta complejidad va a ser construido en dos años. Recordemos que en casi tres años de administración sólo hay una obra en marcha, y 25 de 33 proyectos de infraestructura (CAPS, en su mayoría) siguen en estudios y diseños.
Las APP en el Reino Unido recortaron recursos de la atención a los pacientes
En el Reino Unido se volvieron comunes las iniciativas de financiamiento privado (PFI, por sus siglas en inglés, private finance initiatives) desde inicios de la década de los noventa, cuando el país vivió un nuevo período de desregulación económica. Este programa fue promocionado como un mecanismo para reducir los costos iniciales de la construcción de infraestructura pública.
Las evaluaciones más recientes de los efectos económicos de las iniciativas de financiamiento privado han demostrado que este programa, en el largo plazo, ha resultado muy oneroso para el estado británico – más costoso que haber usado recursos públicos de manera directa para construir las obras. Un informe del Centro para la salud y el interés público del Reino Unido, llamado “Profiting from infirmaries” (o lucrándose con las enfermerías, un título que juega con las mismas siglas, PFI) fue publicado en agosto de 2017. Este estudio demostró que los pagos a las instituciones privadas que han construido hospitales públicos representan una cuarta parte de todo el presupuesto del servicio nacional de salud del país.
Además, el estudio encontró que entre 2010 y 2015 las empresas que construyeron los hospitales bajo iniciativas de financiamiento privado registraron utilidades de 831 millones de libras. Entre 2016 y 2020, estas empresas tendrán utilidades adicionales de 973 millones de libras con los pagos que ya están programados. Ese dinero, afirma el estudio, ha sido recortado del presupuesto para la atención de pacientes. Además, con esos recursos se habría reducido en un 25% el déficit de la red pública de hospitales del Reino Unido.
En este proyecto no hay un compromiso de fondo con la renovación del San Juan
La ERU sólo ha hecho intervenciones locativas y de pequeña escala en el complejo del San Juan de Dios. Cuando la administración trajo al concejo el proyecto a través del cual se fusionaría Metrovivienda en la empresa de renovación urbana, se le planteó a la alcaldía la grave situación financiera en la que se encontraba la renovación urbana en la ciudad, y como se estaba creando una empresa no solvente con una visión de renovación meramente inmobiliaria. Hoy en día, esta misma empresa es el propietario del hospital San Juan de Dios y está encargada de gestionar todas las labores para dar cumplimiento a las órdenes de restauración y conservación que han determinado la ley y la justicia.
Dentro de la exposición de motivos del componente de reposición y dotación para el nuevo hospital Santa Clara y CAPS del conjunto hospitalario San Juan de Dios, la secretaría de salud menciona que las localidades de la Candelaria y Rafael Uribe, que comprenden la subred centro-oriente, han sufrido una pérdida de población, además de sufrir una caída de la natalidad y decrecimiento en el grupo de edad de 0 a 14 años de las poblaciones. Esta pérdida de población hace evidente la urgencia de una renovación urbana integral e incluyente, que contemple además intervenciones de vivienda y de equipamientos nuevos en la zona que logren atraer nuevos residentes de diversos estratos a estas localidades.
Sin embargo, según la información disponible en la página de la ERU, desde el año 2016 la entidad concentró sus esfuerzos sobre todo en la intervención de reparaciones locativas en el bloque de 4 pisos del edificio central del actual hospital, con una inversión superior a los 10 mil millones de pesos. Estas intervenciones no han generado procesos de intervención urbana y de transformación física del territorio contundentes que impacten económica y socialmente a la población local.
Por otra parte, el secretario de salud anunció que la administración piensa otorgar unos puntos adicionales en la licitación de la obra a los oferentes que se comprometan a restaurar los edificios patrimoniales del complejo. A cambio, se va a concesionar el uso de dichos edificios. Escuchemos lo que dijo el secretario en la sesión del 16 de octubre de este año.
En el siguiente video de mi presentación el 26 de octubre en la comisión de hacienda presenté mi ponencia negativa en primer debate, en la que advertí que este proyecto no incluye ningún compromiso serio con la renovación del San Juan.
Por esa razón, luego de la presentación de mi ponencia, el secretario de salud tuvo que reconocer que los recursos que están pidiendo para la reposición del Santa Clara, como advertí, no incluyen fuentes para financiar la recuperación de los edificios patrimoniales del complejo hospitalario. Veamos lo que dijo el secretario ese mismo día, 26 de octubre:
El San Juan de Dios seguirá esperando
Según el proyecto de la secretaría de salud, la “gran alameda occidental” que van a construir en el complejo hospitalario, de unos 40 metros de ancho, buscaría conectar el barrio San Bernardo y el barrio Policarpa. Esto generaría, según la secretaría de salud, un corredor verde con parqueaderos subterráneos que impactaría en la calidad de vida de los habitantes del sector. Sin embargo, esta intervención no es suficiente para generar un impacto significativo de redesarrollo en la zona.
El San Juan de Dios, de recuperarse de fondo, podría convertirse en un nodo de renovación urbana del centro ampliado. El predio tiene una localización estratégica, ya que cuenta con conexiones urbanas óptimas: está rodeado directamente por la avenida Caracas, la carrera 10, ambas con troncales de transporte masivo de Transmilenio; la avenida calle 1, y una vía barrial (calle 2 sur).
La potencialidad de renovación urbana que tiene el San Juan de Dios no es aprovechada por este proyecto que, como he demostrado, no busca recuperar dicho hospital. Recordemos, en contraste, el proyecto de renovación urbana de Ciudad Salud. Pueden ver a continuación un mapa sobre el alcance de dicho plan.
Fuente: Proeza-HCT, estudio de prefactibilidad ciudad salud, 2006, diap. 26. Esta iniciativa con orientación al servicio de salud, buscaba mejorar el entorno del complejo hospitalario y, en general, del sector centro de la ciudad al convertirlo en polo de desarrollo y competitividad urbana. El proyecto contaba con dos componentes: el primero, el hospitalario, planteaba una intervención puntual de mejoramiento y renovación de la infraestructura en salud y el segundo, el componente de renovación urbana, buscaba expandir el área de intervención e impacto a los barrios aledaños con un desarrollo integral de espacio público, equipamientos, comercio y de vivienda.
Por otra parte, preocupa que a los oferentes privados que decidan renovar edificaciones patrimoniales del complejo San Juan de Dios se les entregará un derecho de usufructo que, como indicó el equipo que acompañó al subsecretario de salud durante la visita guiada que le dio a mi equipo el pasado jueves 18 de octubre, en principio no tiene un límite máximo de tiempo. Así, los oferentes privados podrán recibir rentas por un tiempo indefinido y mucho más largo del período de recuperación de la inversión inicial, recursos que deja de recibir la ciudad durante ese mismo lapso.
¿Qué va a pasar con el edificio del Santa Clara?
La construcción del edificio del hospital Santa Clara fue influenciada por una corriente arquitectónica que apareció a inicios del siglo XX, íntimamente vinculada con cambios en la práctica médica en la época: la arquitectura terapéutica. Esta corriente surgió la preocupación de los médicos por la higiene y la funcionalidad, la orientación y la ventilación de los cuartos y su vinculación con la naturaleza. Este interés se materializa en la creación de tipologías de pabellón cuyas características principales estaban enfocadas en la ventilación cruzada que facilitaba el contacto con un aire limpio, además de la importancia del emplazamiento del hospital y el acceso a grandes espacios verdes llenos de árboles y naturaleza.
Estas ideas llegaron a Colombia en los años treinta, cuando la crisis de los pacientes de tuberculosis estaba desbordando la capacidad de hospitales públicos. Esta situación llevó a la creación del hospital Santa Clara como un sanatorio en 1942. El 16 de julio de ese año, en presencia del presidente López Pumarejo, se abrió el Santa Clara con una dedicación específica al tratamiento de pacientes tuberculosos, con una capacidad para 200 adultos y 50 niños. Quince días después de inaugurado, son trasladados a este hospital los pacientes del pabellón San Juan de los Barrios, del San Juan de Dios. El Santa Clara se constituyó en ese entonces como pionero en la práctica de los métodos del tratamiento médico-quirúrgico contra la tuberculosis.
Fuente: elaboración propia a partir de Google earth. El Santa Clara, en ese sentido, representa una parte fundamental de la historia de la medicina en Colombia y de Bogotá. Además, es uno de los pocos espacios de la ciudad que permite establecer una relación directa y cercana con zonas verdes y de recreación, tan escazas en la ciudad. En la imagen anterior pueden ver una fotografía satelital del complejo hospitalario San Juan de Dios, a la derecha, y del Santa Clara a la izquierda. Estos hospitales rompen con el entramado urbano denso y gris que caracteriza a esta zona del centro de la ciudad. Por esa razón, vale la pena preguntarnos: una vez se construya el nuevo edificio, ¿qué va a pasar con el Santa Clara?
Conclusiones
Por los argumentos que he expuesto, rendí una ponencia negativa para este proyecto. Quiero recapitular el sustento para las ideas que desarrollé en mi presentación. Empiezo por recordarles mi premisa inicial: reponer el hospital Santa Clara no equivale a recuperar el San Juan de Dios.
En segundo lugar, Hay unas órdenes claras, sustentadas en la ley y en fallos judiciales, que expresamente afirman que el San Juan debe recuperarse como hospital universitario. Sin embargo, como les mostré, la renovación del San Juan no ha sido una prioridad de esta administración. Los incentivos para restaurar edificios patrimoniales del San Juan, según las afirmaciones del secretario de salud, tienen que ver sobre todo con el usufructo de esos edificios por parte de los privados. Esto no es un compromiso con la renovación del complejo hospitalario.
Además, la capacidad de gestión en infraestructura de la secretaría de salud muestra unos rezagos notables. Recordemos: para 2018 han comprometido sólo el 5,03% de los recursos que tienen para infraestructura, y han hecho giros efectivos del 0,42% de dichos recursos. Igualmente, de 33 obras que nos presentó el secretario, sólo una está siendo ejecutada.
En cuarto lugar, el mecanismo para contratar la obra no es el adecuado. Desde 2016, en la discusión del plan de desarrollo, advertí a la administración del riesgo que asumían al intentar financiar la inversión social con recursos inciertos. Hoy insisten con mecanismos como las APP, que han demostrado un éxito del 0,5% en Bogotá, que tienen plazos muy dilatados y que descargan el riesgo que asumen los privados encargados de la realización de los proyectos.
Luego viene el tema del cronograma. En el lúgubre panorama de ejecución en infraestructura de la secretaría de salud no aparece un camino claro para comprometer el volumen de recursos necesario para que las vigencias futuras que buscan con este proyecto no caduquen. En lo que queda del año deben ejecutar $76.177 millones.
En el caso del hospital de Usme la administración ya reculó. Desistieron de hacer una APP y optaron por un contrato de obra pública. ¿Por qué no hacer lo mismo con el Santa Clara?
Esta ponencia fue adelantada, bajo mi supervisión, por Ana Milena Prada, Natalia Rubiano y Juan Sebastián Moreno.
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Reserva o catástrofe Por qué preservar y restaurar la reserva van der Hammen es un antídoto contra una catástrofe ambiental
La urbanización acelerada sobre toda la sabana de Bogotá ha tenido efectos muy negativos en la calidad del ambiente de la región. En consecuencia, la posibilidad de preservar y restaurar un área como la reserva Thomas van der Hammen – 1.395 hectáreas que aún conservan fragmentos de ecosistemas nativos – se vuelve fundamental para poner un freno al deterioro ambiental, una tarea de especial importancia al considerar que estamos en una época de emergencia ambiental en todo el planeta.
Con la ayuda de google earth, hicimos este recorrido breve por la reserva, ubicada en el norte de Bogotá – zona donde termina la ciudad y empiezan los municipios de Chía y Cota. Como pueden ver, a pesar de contener edificaciones – colegios, casas, invernaderos – la reserva es una pausa verde en las manchas grises que la rodean por todos los flancos:
Ahora, un fallo del tribunal administrativo de Cundinamarca, proferido el 10 de octubre de este año – es decir, hace apenas cinco días – pone en riesgo toda esta zona. Dicho fallo le ordena a la CAR, la autoridad ambiental de la región y la encargada del manejo de la reserva van der Hammen, acoger la propuesta de la administración para intervenir la reserva. Pueden acceder aquí al texto completo del fallo del tribunal.
La propuesta de la administración, que analizaré en detalle más adelante, y la consecuente aniquilación de la reserva van der Hammen, resultarían en la aceleración del deterioro ambiental de la sabana.
Este deterioro ha sido diagnosticado desde diferentes ángulos por la comunidad científica. Por ejemplo, en 2017 el profesor Sergio Gaviria Melo, profesor de geociencias de la Universidad Nacional, llamó la atención sobre la afectación de las fuentes de agua en los municipios vecinos a Bogotá en el trabajo “Crisis ambiental en la sabana de Bogotá”. Algunos casos críticos que muestra Gaviria son la contaminación del río Teusacá en La Calera y Sopó, y el estado de la planta de tratamiento Tibitoc, que solo puede tratar aguas para consumo por 180 días al año. Particularmente, el profesor Gaviria advierte que:
“Una catástrofe ambiental de proporciones incalculables en la Sabana de Bogotá puede producirse a mediano plazo por cuenta del desmedido incremento en las actividades de construcción e industrialización en la región, apoyado en planes de desarrollo de los municipios.”
También identifica a unos actores directamente responsables en esta posible catástrofe:
“Las grandes empresas constructoras en la Sabana de Bogotá, en acuerdo con los entes gubernamentales a nivel de Ministerio, Gobernación, Distrito Capital y Municipios, se han empeñado en abrir los espacios para el cambio de uso del suelo rural con perspectivas de expansión urbana, con el aval de la CAR. Lo anterior en contra de la Ley 99 que declara la Sabana de Bogotá como una zona de interés ecológico, cuyo uso prioritario debido a la calidad extraordinaria de sus suelos, es el agropecuario y forestal.”
Otros problemas ambientales que ha identificado la CAR, la autoridad ambiental de Cundimamarca, son las actividades agropecuarias que han destruido áreas de bosque nativo; los invernaderos para cultivos de flores, que contaminan los suelos y cambian el paisaje; la contaminación de los suelos por los procesos de mecanización de las actividades agropecuarias; y la explotación de fuentes de agua superficiales y subterráneas.
En el 2011, el instituto de estudios urbanos de la Universidad Nacional llevó a cabo un estudio para la CAR en donde confirmó este diagnóstico: la degradación progresiva de los cuerpos de agua de la sabana se dio por la expansión de actividades agrícolas y ganaderas. El uso de los suelos para expansión urbana ha agudizado este proceso.
De esa manera, el aumento de la población y el cambio de usos de suelo para permitir nuevas actividades económicas han tenido un impacto sobre los suelos y la calidad de las fuentes de agua de la sabana. El impacto demográfico, en particular, ha sido muy notable. Pueden observar en los siguientes mapas el ritmo de crecimiento de la mancha urbana de Bogotá. En cuestión de 60 años, la ciudad se expandió por la sabana y población pasó de 330 mil habitantes en 1944 a 6,7 millones en 2004.
Para 2005, según el censo del Dane, éramos 6,8 millones de bogotanos. La proyección de población a partir de ese censo, para junio 30 de 2018, es de 8,1 millones de habitantes, pero es necesario esperar las cifras del nuevo censo. Hay serias críticas sobre estos estimados de población – aspecto crucial que abordaré más adelante.
¿Quién era Thomas Van der Hammen?
Vale la pena que nos detengamos, de manera breve, en la vida del profesor van der Hammen, y la relevancia de su trabajo para comprender la importancia de sus advertencias frente a la urgencia de frenar el deterioro ambiental de la sabana.
Thomas van der Hammen nació en Holanda en 1914. Estudió geología, zoología, botánica y química en la Universidad de Leiden, y obtuvo un doctorado en paleontología y botánica por la misma universidad (después de la segunda guerra mundial, pero no conocemos el año exacto).
Llegó a Colombia en 1951, para trabajar como jefe del servicio de palinología paleobotánica del servicio geológico nacional, institución que luego se convirtió en Ingeominas.
Regresó a Holanda en 1959, en donde asumió como profesor de la universidad de Leiden y, siete años más tarde, en la universidad de Amsterdam. Allí llevó a cabo estudios sobre historia climática, que complementó con expediciones en palinología tropical – el estudio del polen – en Guyana, Surinam y la cuenca amazónica.
En la década de los setenta regresó a Colombia, en donde integró unas expediciones colombo-holandesas que hicieron un trabajo de diagnóstico geológico, ecológico y social de los ecosistemas de las cordilleras de los Andes. Durante ese tiempo, van der Hammen se convirtió además en una autoridad de talla mundial en procesos de cambio climático, pues sus investigaciones le permitieron caracterizar los procesos de transición del clima en regiones tropicales en distintas edades del planeta.
En Holanda, van der Hammen puso manos a la obra para conservar la naturaleza. Desde su posición en la junta directiva de un museo de historia natural, guio la creación de la reserva forestal Molenven, un terreno de 32 hectáreas que había sido fuertemente degradado durante la primera mitad del siglo XX. Como expliqué en mi debate sobre los humedales en Bogotá, esta reserva es un ejemplo internacional en la recuperación ambiental de áreas muy deterioradas.
En Colombia, van der Hammen fue uno de los fundadores de la facultad de ciencias geológicas de la Universidad Nacional, donde además fue profesor. Esta misma labor docente la realizó en las universidades Distrital y Pedagógica, así como en el instituto colombiano de antropología. Se radicó definitivamente en el país a partir de 1991.
Desde su llegada al país, desarrolló una amplia gama de investigaciones sobre los ecosistemas y la geología de Colombia. Con ellas, logró una comprensión profunda sobre las características de los ecosistemas existentes en el país, las funciones que estos cumplían para la provisión de agua y el equilibrio ambiental, así como los riesgos a los que se encontraban expuestos.
Particularmente, entre 1986 y 2007 publicó una serie de trabajos sobre los ecosistemas de páramo y de bosque altoandino en el país, que sirvieron tanto de insumos científicos para entender la importancia de estas zonas, como de material de educación ambiental para restringir actividades agropecuarias que son muy dañinas en estas zonas.
Van der Hammen dio ejemplo restaurando con sus propios recursos una hectárea con bosque nativo en la sabana de Bogotá, que incluye un humedal artificial, cercas vivas alrededor de la propiedad y un espacio de cultivos.
Pueden ver esta finca en el recorrido que les ofrecemos con imágenes satelitales. La casa de los van der Hammen es un pequeño bosque que logró ser recuperado. Con ello, buscaba demostrar que la restauración de los ecosistemas de la sabana era posible.
Según van der Hammen, ¿qué es una reserva?
Desde 1998, van der Hammen expresó la necesidad de crear reservas forestales en la sabana de Bogotá para frenar su deterioro. En su “Plan ambiental de la cuenca alta del río Bogotá”, el científico holandés afirmó que:
“En vista de la destrucción casi total de los bosques originales, se requiere con urgencia que se declaren reservas naturales los pocos restos que quedan, para así asegurar la conservación de la biodiversidad, como base para la progresiva ampliación del área cubierta de bosque natural. Bosques secundarios bien desarrollados deben también ser incluidos en las áreas a proteger en primera instancia”.
Thomas van der Hammen, Plan ambiental de la cuenca alta del río Bogotá, pp. 111-112.En ese sentido, la creación de una reserva tenía para van der Hammen un sentido práctico: poner freno a la degradación ambiental de la sabana, causada por la presión urbana y el crecimiento de la población, y agravada por el predominio de una actividad constructora indiscriminada. Pero estas reservas deberían tener un carácter unitario, que van der Hammen explica de la siguiente manera en el mismo documento:
“Para poder manejar bien un área, ésta tiene que conformar geográfica y ecológicamente una unidad, es decir tiene que incluir todas las partes que por su situación pueden tener influencia sobre la región principal.
[…]
“La unidad del área está dada por su geografía, geología, su hidrogeología y su hidrología. En estos términos, una acción en cualquier parte del área puede tener influencia sobre grandes extensiones de toda la cuenca.”
Thomas van der Hammen, Plan ambiental de la cuenca alta del río Bogotá, p. 10.De esa manera, para van der Hammen una reserva es una zona manejada de manera integral, dedicada a la conservación de la biodiversidad y a la recuperación de los bosques nativos. Estos objetivos, según el científico holandés, también son muy importantes para cuidar las aguas superficiales y subterráneas.
Los estudios de van der Hammen fueron fundamentales para que la CAR asumiera la protección de la reserva
A partir del trabajo de van der Hammen, la CAR expresó sus preocupaciones acerca del ritmo de crecimiento de Bogotá y del riesgo de la conurbación con los municipios vecinos en la sabana, por las implicaciones que esto podría tener sobre la sostenibilidad ecológica del territorio.
El diagnóstico del plan de manejo, hecho por la CAR y adoptado en el 2014, habla de la reserva como un “dique” para contener la expansión del área urbana de Bogotá. Para la autoridad ambiental, el eje de la autopista norte era el que más preocupación generaba por el proceso de conurbación con Chía y Cota, así como sus efectos negativos sobre las áreas rurales de Suba y Usaquén. En el diagnóstico para dicho plan de manejo, la CAR afirmó que:
“La reserva es estratégica para estimular el crecimiento compacto de Bogotá y evitar la expansión urbana del distrito sobre la sabana de Bogotá, sobre los corredores viales de Suba-Cota y la vía Guaymaral. Una de las soluciones parciales para evitar la urbanización de la sabana de Bogotá es que el distrito no crezca sobre lo que resta de su ecosistema de sabana. Esto ayudaría a evitar la conurbación de Bogotá con Chía y Cota, trayendo como beneficio conservar los acuíferos que hay en la zona (Carrizosa, 2007), preservar los suelos tipo I y II – los mejores para la agricultura en Colombia – así como la posibilidad de conectar ecológicamente los relictos de áreas naturales en medio de la sabana con los cerros orientales (secretaría de planeación, 2008)”.
Peñalosa ya quiso urbanizar la reserva en su primer gobierno ¡y perdió!
El plan de manejo, en ese sentido, respondió a las preocupaciones que expresó el ministerio de ambiente desde el año 2000, cuando emitió dos resoluciones que le dieron vida a la reserva: la 475 y la 621 de ese año. Dichas normas fueron resultado de una fallida conciliación ambiental para el plan de ordenamiento territorial de Bogotá que quiso aprobar Enrique Peñalosa durante su primera alcaldía. El alcalde quería ampliar la zona urbana de la ciudad, una propuesta a la que la CAR se opuso.
Este conflicto fue dirimido por el ministerio de ambiente con la conformación de un panel de expertos para que estudiara la zona. En ese panel participó Thomas van der Hammen. El panel rechazó los argumentos del alcalde y propuso la creación de la reserva, que fue definida por medio de la resolución 475 de 2000 del ministerio, que concluyó
1. “Que es evidente la presencia de ecosistemas de importancia regional como los Cerros Orientales, Cerro de la Conejera y de Torca, el valle aluvial del río Bogotá, y los humedales de Guaymaral – Torca, así como la planicie conectante, la cual, además de constituir la principal fuente de recarga de acuíferos de la Sabana Norte, presenta los mejores suelos para actividades agrícolas, los cuales ameritan un manejo ecosistémico, regional e integral que garantice su protección y uso racional.
2. “Que estos ecosistemas de manera integral son de especial importancia para garantizar la conectividad ambiental y funcional entre la Sabana central y el valle de los Ríos Bogotá y Frío en el costado Norte de la Sabana.”En el artículo quinto de la resolución, el ministerio caracterizó esta zona como un área de alta importancia ecológica para la región, fundamental para asegurar la conectividad entre los ecosistemas de los cerros orientales y los del valle aluvial del río Bogotá. El objetivo de crear esta reserva era, entonces, asegurar la existencia de un corredor vivo, recuperar y conservar la cobertura vegetal protectora, y garantizar la función ecológica de las propiedades privadas que ya existían en la zona. El ministerio, además, le dijo al distrito que la reserva debía ser incluida dentro del sistema de áreas protegidas de la ciudad.
Aunque el alcalde perdió esta batalla, los argumentos que ahora usa para querer urbanizar la reserva parecen ser los mismos. Así lo cree Manuel Rodríguez, ecologista, ex ministro de ambiente y miembro del panel de expertos que recomendó la creación de la reserva. En un evento organizado por el foro nacional ambiental el 17 de febrero de 2016 en la universidad de los Andes, el ex ministro Rodríguez advirtió lo siguiente:
La conurbación ahoga peligrosamente lo que queda de sabana
Las preocupaciones de científicos y ambientalistas por el crecimiento desmedido de Bogotá se han ido materializando con el paso de los años. Veamos esta fotografía aérea del norte de Bogotá, tomada por el instituto geográfico Agustín Codazzi en un sobrevuelo en 1993. Allí ven la zona en la que el río Bogotá, resaltado en color azul, separa a la ciudad de los municipios de Cota y Chía. En color rojo pueden ver los predios dedicados a actividades productivas. En su mayoría son invernaderos. En color morado, por su parte, observan predios residenciales o dotacionales, que corresponden sobre todo a colegios ubicados en esta zona.
Ahora vean este contraste, entre la situación en 1993 – en la foto en blanco y negro, en donde había muchos predios sin urbanizar – y una fotografía satelital de este año, a color. Los predios residenciales, en morado, han aumentado sobre todo en el margen occidental del río Bogotá. El crecimiento de la mancha urbana de Cota durante los últimos 25 años ha incrementado la presión que soporta todo el río Bogotá.
Pero al alcalde parece no importarle la conurbación, a pesar de las advertencias de expertos sobre la materia. En el mismo foro en los Andes que vimos hace un momento, el profesor Julio Carrizosa explicó que uno de los propósitos fundamentales de la reserva es evitar la conurbación. Dijo que así lo concibió van der Hammen:
¿Y qué le contestó el alcalde?
¡Qué analfabetismo ambiental!
Esta es una reserva en potencia para empezar a recuperar la sabana
El mismo van der Hammen fue el primero en diagnosticar de manera precisa que en el borde norte de la ciudad existen unos “ecosistemas potenciales”, susceptibles de ser recuperados. En su estudio de 1998 sobre la cuenca alta del río Bogotá, el mismo que ya les mostré para explicar el concepto de la reserva, van der Hammen prestó particular atención a dos elementos: la protección del agua tanto superficial como subterránea, y la conexión ecológica entre los cerros orientales y el río Bogotá.
La figura que ven a continuación es una animación de un esquema que originalmente fue hecho por el profesor van der Hammen. Con dicho esquema, él buscó explicar, de manera sencilla, cómo se podría realizar la recuperación ambiental y forestal de la sabana de Bogotá.
Esta labor implicaría la reforestación con especies nativas (alisos, en particular) en la parte alta de los cerros, que en la figura aparecen en varios tonos de verde, y las rondas de ríos y quebradas, de color azul. Ambas zonas se unirían con franjas anchas de bosque y con cercas vivas anchas en la planicie, representadas por las líneas que atraviesan el esquema del profesor van der Hammen. Como pueden ver, las fuentes de agua – quebradas, humedales y el río Bogotá – tienen un papel fundamental allí.
Según van der Hammen, las cercas vivas son franjas de 3 a 5 metros de ancho, con hileras irregulares de árboles y arbustos en la parte baja. Dichas cercas podían cumplir una función en la protección durante la época de heladas en la sabana, así como ejercer una acción natural contra las plagas. ¿Qué tipo de árboles debían sembrarse? Van der Hammen sugería sembrar alisos, ciros, raques y arrayanes.
Esta red de cercas vivas fue planteada por van der Hammen, además, como una serie de corredores biológicos que permitirían la conexión de los cerros con el piedemonte y el río Bogotá. De la misma forma, afirmó que la reforestación de la sabana requería una política orientada a la recuperación del medio ambiente, en la medida en que la recuperación del bosque nativo, con especies como las que vimos, ayudaría a permitir la recarga de los acuíferos – depósitos subterráneos de agua – y al retorno del agua a las corrientes de la zona.
“El peligro es el crecimiento difuso”
Hacia el final de su vida, van der Hammen fue enfático al recomendar que no se desarrollaran zonas urbanas ni zonas industriales en las rondas o valles de los ríos, puesto que estas áreas almacenan agua en épocas de lluvia y suponen un riesgo de desbordamiento de ríos y quebradas. Además, están expuestas a factores de contaminación tanto en aguas superficiales como subterráneas. Así lo dejó claro en una entrevista que concedió en 2004. Veamos un fragmento:
La arrogancia del poder atropella el medio ambiente
En contravía de la evidencia científica, el alcalde no ceja en su empeño de defender su propuesta para urbanizar la reserva. Esta miopía ecológica del alcalde Peñalosa pone en un riesgo crítico uno de los valores ambientales que van der Hammen defendió durante toda su carrera en el país: el agua subterránea y superficial que hay en la zona. En una reciente entrevista en Blu radio, el 8 de octubre de 2018, el alcalde afirmó que no hay agua subterránea allí. Escuchemos al alcalde:
Pero la propia administración ya había mapeado los puntos en donde hay agua subterránea en la reserva. El 17 de febrero de 2016, en el mismo foro en la universidad de los Andes que ya he nombrado, el alcalde intentó justificar la propuesta de urbanizar la reserva.
Quiero llamar su atención sobre una diapositiva que el alcalde pasó de largo en su presentación. Le sacamos un pantallazo (ustedes pueden ver la presentación completa aquí), y les enseñamos esta imagen a continuación:
Allí dice: “sustituiremos los 200 pozos profundos (puntos negros en el mapa) por nuestro sistema de acueducto organizado y responsable”. La leyenda del mapa, apenas visible, dice que esos puntos corresponden a “pozos de agua subterránea”. El agua sí existe, como lo han demostrado los científicos que se han concentrado en el estudio de la zona. El alcalde decide hacer caso omiso de esta evidencia.
El agua de la van der Hammen es uno de sus principales valores, pero se encuentra en enorme riesgo
¿Qué dicen los estudios sobre el agua en la zona donde está la reserva? A diferencia de lo que plantea Peñalosa, hay evidencia científica precisa acerca de la afectación de las fuentes de agua superficiales y subterráneas del área de la reserva. Asimismo, han señalado porque son necesarias para el equilibrio ambiental de la zona, la conectividad ecosistémica y la mitigación de los efectos de inundaciones, por ejemplo. Miremos que dicen los estudios.
Los profesores Chisacá y Remolina, de la Universidad Nacional, señalaron que en la zona había evidencia sobre la afectación de los cursos de agua que atravesaban parte de la reserva y que desembocaban en los humedales Torca y Guaymaral. En el estudio que realizaron en 2007 y que la administración señala como una de las fuentes para su propuesta, encontramos lo siguiente:
“El desvío de quebradas que desembocaban en los humedales han provocado notables descensos en los cuerpos de agua que van en contravía de la conservación de éstos y de las poblaciones de fauna que los habitan. Este es el caso de la quebrada que nace en los Cerros Orientales, cruzando por un floricultivo y el cementerio de Jardínez de Paz y es desviada del humedal de Torca (el cual prácticamente no tiene espejo de agua) para unirse directamente al canal de Torca.”
Chisacá y Remolina (2007), p. 104.Según el estudio que el instituto de estudios urbanos de la Universidad Nacional realizó el año 2011, el mismo que cité al inicio cuando hablé del deterioro de la sabana, un aspecto fundamental con relación a las características hidrográficas del área de la reserva está asociado a la permeabilidad del suelo. Esto tiene que ver con la capacidad de retención de las aguas que corren desde los cerros orientales hacia el occidente, así como de las aguas lluvias. Asimismo, el estudio llamaba la atención acerca de las problemáticas que afectaban las condiciones hidrográficas de la reserva, asociadas fundamentalmente a la acción del hombre sobre el territorio sin ningún parámetro de planeación. Revisemos este fragmento del estudio de la Nacional:
“Las circunstancias naturales de invierno han sacado a flote toda una serie de malas decisiones sobre la ocupación del territorio: rellenos del valle de inundación del río, construcciones de vivienda e instituciones educativas debajo del nivel del río, construcción de PTAR (plantas de tratamiento de aguas residuales) en el valle del río, construcción de vivienda en la altiplanicie encharcable, cierre de vallados y drenajes en la altiplanicie, entre otros.”
Universidad Nacional (2011), p. 289.Entonces, ¿la urbanización de la reserva no replicaría los problemas que, en el pasado, han afectado las condiciones hidrográficas del suelo?
Por otra parte, con base en las observaciones que realizó en terreno el instituto de estudios urbanos, el estudio concluye que los humedales y los vallados cumplen una función esencial en la amortiguación de los caudales que aumenten durante la temporada de lluvias y durante las inundaciones que afectaban la zona por fenómenos como el desbordamiento del río Bogotá.
“En el trabajo de campo fue posible evidenciar el papel que cumplen los vallados y la función del humedal como amortiguador y zona de inundación en la temporada de lluvias, inclusie en el muestre de mayo 23 se pudo apreciar como el humedal soportó y amortiguó el reflujo del Río Bogotá evitando la inundación de los predios adyacentes.”
Universidad Nacional (2011), p. 319.Inflan la reserva para hacerla aparecer más grande
El alcalde Peñalosa se ha referido a la reserva van der Hammen, desde hace años, en términos despectivos. Su propuesta para cambiar los límites de la reserva y sustraer zonas que son áreas protegidas desde 1999 corresponde a la lógica inmobiliaria que ha empleado el alcalde para tratar los temas ambientales.
La administración del alcalde Peñalosa ha sostenido que la propuesta que presentó a la CAR para intervenir la reserva Thomas van der Hammen resultaría, de ser aprobada, en una reserva mejor que la que hoy existe.
Sobre todo, según la administración, la reserva pasaría de 1.396 hectáreas, que tiene en la actualidad, a 1.710 hectáreas. Esto significaría un incremento de 314 hectáreas. Pero, como pueden ver en la siguiente imagen, esta es una colcha de retazos disfrazada con una supuesta ampliación.
Por una parte, esta medida es engañosa, pues a las 1.710 hectáreas en la “reserva ampliada” la administración incluyó al cerro de la Conejera, que ya es un área protegida y que tiene 170 hectáreas. Además, hay que restarle 104 hectáreas que serán sustraídas para construir vías que atravesarían esa zona del norte de Bogotá. De esa manera, la supuesta reserva como tal tendría 1.436 hectáreas, apenas 40 más de las que tiene hoy, pero rodeada de gigantescas urbanizaciones, la cuarta ciudad más grande del país, como demostraré más adelante.
Liquidadores de la reserva
El impacto de la urbanización de la zona de la reserva van der Hammen ya ha sido advertido en numerosas ocasiones por la comunidad científica del país. Escuchemos, por ejemplo, al profesor Manuel Rodríguez quien, desde el 2 de febrero de 2016, advirtió que:
Urbanizar la reserva significa, además, atravesar unas vías que rompen con la unidad integral que propuso y defendió van der Hammen. Sólo basta mirar un plano con los trazados propuestos para las vías que atravesarían la reserva para notar su impacto. Como se puede apreciar en el mapa que pueden ver a continuación, la prolongación de tres avenidas (la Boyacá, la ciudad de Cali y la carrera Novena) y la construcción de la ALO cortarían la zona en varios retazos. Lo mismo harían otras obras locales que, además, tendrían encima troncales de transmilenio.
Desde el 29 de julio de 2017 advertí, con documentos oficiales de la administración, que querían sacarle 63 hectáreas a la reserva van der Hammen para ampliar dichas vías. Ahora, en la propuesta actual del alcalde Peñalosa, son 104 hectáreas las que necesitan para estas obras, como pueden ver en la imagen.
“Los corredores ecológicos no sustituyen un área de reserva”
La administración le pidió a la CAR trazar unos nuevos linderos para la reserva, que abarquen todos los hábitats del área y que permitan la conectividad hasta el cerro del Majuy, en Cota. Sin embargo, los corredores con los que la administración quiere mostrar que respetará la conectividad ecológica de la zona son exiguos. No respetan la idea de van der Hammen de conservar la reserva como una unidad, en donde todas sus partes se relacionen de manera integral.
De hecho, como lo advirtió el profesor Fernando Remolina, biólogo de la Universidad Nacional y ex director científico de la CAR, en la sesión informal del consejo directivo de la CAR, el 9 de octubre de este año, lo que la administración entiende por “corredor ambiental” se aleja de los objetivos de conservación de la reserva. Veamos al profesor Remolina:
¿Cómo van a proteger la reserva ahogándola con un megaproyecto inmobiliario?
La administración dice que quiere cambiar el estatus de la reserva, para que deje de ser una reserva productora – que admite actividades agropecuarias – para convertirse en una reserva protectora – enfocada en la conservación de la zona.
El proyecto de la administración no proporciona ningún mecanismo para garantizar esta protección – sobre todo cuando quiere meter un proyecto inmobiliario que, según la secretaría de planeación, ocuparía 2147 hectáreas en medio de un área que debería estar dedicada a la conservación y restauración ambiental.
El objetivo de Peñalosa es un gigantesco proyecto inmobiliario: construir en el norte la que sería la cuarta ciudad más grande de Colombia, con 1.736.485 habitantes
La proyección de población que el alcalde realiza para argumentar la viabilidad de este proyecto de su administración es exagerada. El alcalde ha repetido en varias ocasiones que para 2050, la ciudad tendrá 3,6 millones de habitantes más, con lo que su población llegaría a los 12 millones de habitantes. En contraste, un estudio reciente – publicado este mes – de la sociedad de mejoras y ornato ha ajustado los estimados de población. Los estadísticos Ernesto Rojas (exdirector del Dane) y Álvaro Pachón calcularon que, corrigiendo las estimaciones del censo del 2005, para 2050 la ciudad estaría pasando apenas los 9 millones de habitantes.
Sustentada en la cifra inflada, que no corresponde ni con el cálculo oficial del Dane (que pone la población de Bogotá en 2050 en 10,5 millones de habitantes), la administración estimó en la propuesta que presentó a la CAR que en el área redelimitada de la reserva vivirían 1.327.485 habitantes. Sumado a esto, se encuentra en marcha el proyecto inmobiliario de “lagos de Torca”, justo en el borde de la reserva. Allí la administración quiere habilitar suelo urbano para que vivan 409.000 habitantes más.
De esa manera, esos dos proyectos llevarían a esta zona de Bogotá a 1.736.485 habitantes – una cifra superior a la población de cualquiera de las localidades de la ciudad. El norte de Bogotá equivaldría, de esa manera, a la cuarta ciudad más grande del país, detrás de Bogotá, Medellín y Cali, y por encima de Barranquilla, que tiene 1 millón 232 mil habitantes. Los datos de población los tomamos del Dane.
¿Cómo va a sobrevivir la reserva sitiada por el hacinamiento urbano?
Otro tema de enorme importancia es el de la densidad de población. La densidad actual de Bogotá, de acuerdo con los datos más recientes de las Naciones Unidas, es de 17.700 habitantes por kilómetro cuadrado. Así, Bogotá es la segunda ciudad más densa del país, después de Ibagué, y ocupa el puesto 28 en el escalafón de las ciudades más densas del planeta (compuesto por ciudades con más de 500 mil habitantes).
El primer lugar de este escalafón se lo lleva Dhaka, en Bangladesh, con 47.400 habitantes por kilómetro cuadrado. Le siguen Mogadishu, en Somalia (28.600 hab./km2), Raqqa, en Siria (27.200 hab./km2) y Mumbay, en India (26.400 hab./km2).
Según la información que la secretaría de planeación envió a la CAR para el cambio en la reserva, el proyecto inmobiliario que quieren construir, que concentraría a 1,3 millones de personas en lo que hoy es la reserva van der Hammen, tendría una densidad de 32.519 habitantes por kilómetro cuadrado. Esto es casi el doble de la densidad promedio de Bogotá y representaría, en términos prácticos, la segunda ciudad más densa del mundo.
Pueden ver en la imagen el área urbana de Cali: 184 kilómetros cuadrados en donde viven 2,4 millones de personas. Esto representa una densidad de 13,144 habitantes por kilómetro cuadrado. Al lado ven el área del proyecto ciudad norte – la reserva van der Hammen sitiada por la urbanización. Allí, en un área de 38,5 kilómetros cuadrados, casi cinco veces más pequeña que Cali, quieren hacer caber 1,3 millones de habitantes.
Un parque urbano no es una reserva
La propuesta del alcalde corresponde más a la de crear un parque metropolitano que a mantener una reserva con vocación de conservación ambiental. Pueden ver, por ejemplo, el siguiente video de una entrevista al alcalde Peñalosa del pasado 4 de abril de 2018 en canal uno, en donde deja claro que su objetivo es hacer un parque en el borde norte de la ciudad:
Esta visión aniquila el potencial que tiene la reserva para responder a los desafíos ambientales que enfrenta Bogotá.
Ningún estudioso serio del medio ambiente está de acuerdo con Peñalosa
Confrontado por expertos, Peñalosa demostró que sólo busca urbanizar la reserva van der Hammen. En el conversatorio del foro nacional ambiental en la universidad de los Andes, que ya he mencionado en varias ocasiones, el alcalde dijo que la reserva representa un problema para la urbanización y la movilidad del norte de Bogotá. Lo pueden escuchar en otro fragmento de su intervención del 17 de febrero de 2016:
Tanto Julio Carrizosa como Manuel Rodríguez expresaron sus cuestionamientos al alcalde sobre la propuesta de la administración. Ambos científicos recordaron el espíritu de las recomendaciones formuladas por el panel de expertos que creó la reserva – un grupo selecto del que ellos hicieron parte – así como el rol que el profesor van der Hammen daba a la reserva para la preservación y restauración de los relictos de la sabana.
El profesor Rodríguez, particularmente, hizo referencia a la restauración de la reserva como un proceso prolongado, que se encontraba lejos de los objetivos del alcalde con la intervención pensada en dicho territorio. Escuchemos una vez más a Manuel Rodríguez:
Veamos ahora la respuesta del alcalde:
Todo lo que hemos presentado demuestra que la importancia de la reserva van der Hammen es mucho mayor de lo que quiere hacer creer el alcalde. Recordemos la cita que ya mencioné de este científico holandés:
“[…] una acción en cualquier parte del área puede tener influencia sobre grandes extensiones de toda la cuenca.”
El 44,9% de las donaciones a la campaña del alcalde Peñalosa vinieron del sector de la construcción
La campaña de Enrique Peñalosa a la alcaldía de Bogotá en 2015 recibió $2.678 millones en donaciones. De esos recursos, $1.204 millones, el 44,9%, provinieron de empresas o personas vinculadas al sector de la construcción.
Estas cifras fueron obtenidas directamente de los reportes de campaña al consejo nacional electoral.
En este enlace pueden encontrar más detalles.
Esta investigación fue hecha, bajo mi dirección, por Jaime Solórzano y Juan Sebastián Moreno. Todo el componente visual del trabajo estuvo a cargo de Ana Milena Prada y Cristian Rodríguez.
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La seguridad de los bogotanos no mejoró con la creación de la secretaría de seguridad
La seguridad en la ciudad es un tema que, junto con mi equipo, he seguido con el mayor detenimiento. El 16 de diciembre de 2017 hice un debate sobre armas, narcotráfico y seguridad urbana en el que demostré, con cifras oficiales de la administración del alcalde Enrique Peñalosa, que había unos delitos disparados en la ciudad: hurto a personas, hurto de bicicletas y hurto de celulares. Luego, en mayo de este año, alerté que la secretaría de seguridad había desaparecido las cifras de estos y otros crímenes, que antes hacía públicas a través de unos boletines mensuales.
Los boletines de los que habían desaparecido las cifras de delitos fueron vueltos a publicar por la secretaría entre agosto y septiembre de este año, con la información mensual sobre crímenes en Bogotá. A partir de dichos boletines, podemos constatar que la situación de inseguridad en la ciudad, lejos de mejorar, ha empeorado. En los siguientes tres mapas, elaborados con mis colaboradores, les mostraré con fundamento en cifras de la administración que la seguridad ciudadana sigue deteriorada en los mismos tres aspectos que he denunciado desde finales del año pasado: hurto a personas, hurto de bicicletas y hurto de celulares. Las acciones adoptadas por la administración Peñalosa no van al fondo del problema y, por tanto, han resultado ineficaces.
El hurto a personas se disparó en 56,9% entre 2017 y 2018 (comparando los meses entre enero y julio)
En todas las localidades de la ciudad aumentó el hurto a personas. El crecimiento ha sido más agudo en Usaquén, Chapinero y Fontibón.
Puede hacer click sobre la imagen para verla más grande. El hurto de bicicletas se disparó en 71,9% entre 2017 y 2018 (comparando los meses entre enero y julio)
Con excepción de Santafé y la Candelaria, en todas las localidades de Bogotá aumentó el robo de bicicletas. Este fenómeno no hace distinciones ni geográficas ni sociales: su crecimiento más pronunciado está en Suba, Engativá, Puente Aranda, Tunjuelito y Ciudad Bolívar.
Puede hacer click sobre la imagen para verla más grande. El 29 de marzo de 2016 llevé a cabo un debate sobre los diez problemas de la bicicleta en Bogotá. Uno de ellos era la inseguridad, pues en ese momento en la ciudad se robaban 3 bicicletas cada día. Con los datos oficiales de la secretaría, con corte al 31 de julio de este año, comprobamos que actualmente en Bogotá se roban 19 bicicletas diarias.
El hurto de celulares se disparó en 78,4% entre 2017 y 2018 (comparando los meses entre enero y julio)
El hurto de celulares se ha convertido en un problema endémico de la ciudad, frente al cual ninguna estrategia parece funcionar. Entre enero y julio de 2017, la única localidad con más de 2000 casos de hurto de celulares registrados era Kennedy. Un año más tarde, esta situación tiene lugar también en Usaquén, Chapinero, Santafé, Suba, Teusaquillo y Engativá. Sólo en Chapinero se registró un aumento de más de 200%.
Puede hacer click sobre la imagen para verla más grande. Mientras los delitos crecen, la denuncia disminuye
El informe de calidad de vida 2017, publicado en septiembre de este año por Bogotá cómo vamos, confirma que los hurtos en Bogotá están disparados. Además, este informe indica que los bogotanos se sienten más inseguros. Por una parte, la percepción de inseguridad pasó del 50% en 2016 al 60% en 2017.
Fuente: Bogotá cómo vamos, informe de calidad de vida 2017, p. 204. En el 2016, el 45% de los encuestados consideraban que sus barrios eran seguros. Tal percepción disminuyó al 42% en 2017.
Fuente: Bogotá cómo vamos, informe de calidad de vida 2017, p. 205. El número de bogotanos que denuncia los delitos de los que es víctima disminuyó. El porcentaje de denuncia pasó de 48% en 2016 a 35% en 2017. Esta cifra desmiente el argumento de la administración, que ha afirmado que una de las razones para el incremento de los hurtos registrados es un aumento en la cantidad de denuncias recibidas.
Fuente: Bogotá cómo vamos, informe de calidad de vida 2017, p. 206.